OPINIóN
Actualizado 29/10/2022 09:32:27
José Fermín Rozas

Imagen aparecida el viernes en la cuenta de twitter de la OMM señalando las inusuales altas temperaturas en octubre.

En plena crisis energética inducida, pero escondiendo la realidad de un sistema insostenible, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) anda de informes. Hace unos días su informe anual avisaba “existe el riesgo de que el cambio climático, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y el estrés hídrico socaven nuestra seguridad energética e incluso pongan en peligro el suministro de energías renovables”, cuando precisamente “El suministro de electricidad procedente de fuentes de energía limpia debe duplicarse en los próximos ocho años para limitar el aumento de la temperatura mundial.

Según el último Boletín de GEI de la OMM "Forzamiento radiativo atmosférico, relativo a 1750, por LGEI, según la actualización 2021 de NOAA AGGI". En azul el CO2.

Esta semana su Boletín de Gases de Efecto Invernadero (GEI) anuncia “los niveles atmosféricos de los tres principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) alcanzaron nuevos máximos históricos en 2021, lo cual supone otra fatídica advertencia del cambio climático.” Para el Secretario General de la OMM “Tenemos que transformar nuestros sistemas industriales, energéticos y de transporte, y todo nuestro estilo de vida. Los cambios que deben aplicarse son asequibles desde el punto de vista económico y viables en el plano técnico. El tiempo se agota”. La ONU advierte que, si seguimos al ritmo actual, el calentamiento global llevará a 2,5ºC por encima de los niveles preindustriales, lo que equivale a una catástrofe.

Extraido del informe "La contaminación por ozono en el Estado español durante 2022" de Ecologistas en Acción.

Para rematar Ecologistas en Acción publica su informe sobre contaminación de Ozono en España, concentrada en épocas de calor. Insiste una vez más que en los últimos años la práctica totalidad de la población española y europea respira aire contaminado, incumpliendo los estándares recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Curiosamente la Comisión Europea apunta ahoraa la posibilidad de acercarse, pero no asumirlos, a ellos. Por fortuna, en Castilla y León los niveles de ozono han bajado respecto a años anteriores, siendo relevante la mejoría en la aglomeración de Salamanca.

Boletín de GEI de la OMM, "Aportación de los más importantes longevos gases de efecto invernadero al aumento del forzamiento radiativo global desde la era preindustrial hasta 2021"

Coincidiendo, circunstancialmente he utilizado el transporte público salmantino en la hora punta matinal, siendo testigo de la pervivencia de un inveterado problema vinculado a la poca flexibilidad de ese servicio en nuestra ciudad. Se dejan tirados viajeros en tierra por falta de capacidad en los vehículos en esos momentos. Y habrá quien se pregunte la relación de esto con todo lo anterior. Quizás olvida la vinculación entre el principal gas de efecto invernadero con el transporte motorizado. Por no hablar de la contaminación que, prematuramente, mata personas. Precisamente es el transporte público, junto al impulso de los medios no motorizados, la forma de corregir este problema en particular. Y esa práctica no ayuda precisamente a ganar, y contentar, usuarios.

Imagen de un intersante artículo de esta semana en la web del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)

A pesar de los publicitados brochazos verdes municipales en céntricas calles, bienvenidos sean por otra parte, diseñan la movilidad desde la perspectiva del coche. Y el transporte público poco importa, más allá de ocasionales fotos. Para nuestro Ayuntamiento es inevitable y caro, confiándoselo a una empresa privada (con un gerente mejor pagado que el propio Alcalde) incapaz de recuperar los niveles de uso previos a la pandemia, o de corregir esas eternas disfunciones conocidas. Hablarles, por ejemplo, de carriles bus, dedicarles en exclusiva la Gran Vía, o realizar la parada en la calzada, les sonará a chino. Sería darles la razón a los agoreros de la OMM, la OMS, La ONU o los Ecologistas.

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