Aunque no seamos una zona caracterizada por levantar la voz, los problemas de Las Arribes son demasiado graves como para que se siga mirando hacia otro lado.
Desde que se presentó el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2023 por parte del Gobierno, no han sido pocas las críticas que han recibido desde tierras salmantinas, dado que la provincia sale bastante mal parada en ellos, con poca inversión, sin apenas proyectos nuevos, y repitiendo aquellas inversiones que ya se prometieron el año pasado por parte del Gobierno pero que no se ejecutaron.
Pero si la provincia sale mal parada en los Presupuestos, el Gobierno directamente se olvida de Las Arribes, pues no recoge ninguna partida para nuestra zona en el proyecto presupuestario. Un hecho que lleva a plantearse varias cuestiones ¿Se creen que nos va tan bien que no necesitamos inversiones, directamente es que no les importamos, o acaso creen que formamos parte de Portugal?
Y es que, llama la atención el nulo interés del Gobierno por invertir en el Abadengo, La Ramajería, La Ribera o la Tierra de Vitigudino, cuando estas comarcas en conjunto han pasado en los últimos veinte años de 22.575 habitantes a 15.160. O lo que es lo mismo, nos hemos dejado en solo dos décadas 7.415 habitantes, el 33% de la población, en lo que posiblemente sea el peor dato de toda España en este periodo, tornándose especialmente grave si le sumamos el índice de envejecimiento, así como si tenemos en cuenta la extensión de esta zona, que supera la superficie de dos provincias: Vizcaya y Guipúzcoa.
Sin embargo, a pesar de todo ello, nos topamos con un nuevo portazo del Gobierno, que seguramente piense que con los nuevos juzgados de Vitigudino ya tenemos suficiente inversión para varias décadas, aun y cuando hay que recordarles que se retrasaron varios años desde que se empezaron a prometer hasta que han acabado haciéndose realidad.
Eso sí, paralelamente nos están vendiendo las bondades de que con nuestros impuestos se pague la gratuidad de los trenes en toda España, cuando el último tren que pasó por Las Arribes lo hizo hace casi cuarenta años, y otro tanto podríamos decir de las comarcas de Béjar, Guijuelo o Alba de Tormes (las cuales tampoco rascan ninguna inversión en estos Presupuestos), que llevan tres décadas y media sin tren. Así, tenemos que ver cómo el Gobierno nos vende ese ‘logro’, con el que las comarcas olvidadas, aquellas a las que nos arrebataron el tren y donde el nivel de inversiones es lamentable, sufragamos que en otras zonas más enriquecidas del país el Estado les regale los desplazamientos a costa de nuestros impuestos. Gracias por nada.
De esta manera, pasará un año más perdiendo una nueva oportunidad para que se incentive el desarrollo de nuestra zona, un año más tirado a la papelera, lo que resulta especialmente triste porque cada vez contamos con menos margen para dar la vuelta a una situación crítica en este olvidado tramo de la Raya.
Y es que parece que nuestros gobernantes viven en un mundo paralelo, en el que ambas orillas ideológicas coinciden en darnos la espalda mientras se enredan en numerosos debates estériles, que poco o nada nos pueden aportar por estos lares. Veremos, eso sí, pasearse a diputados y procuradores de los grandes partidos por nuestra zona en unos meses para vendernos sus bondades de cara a las elecciones municipales de mayo y a las generales de finales de 2023.
Alguno nos acordaremos, cuando lo hagan, de la coplilla que le cantaban en La Ribera a los diputados a finales del siglo XIX (que recogió El Adelanto el 2 de enero de 1890) cuando venían a hacer la campaña a Las Arribes, que en el leonés de la zona rezaba así:
De las deputacionis
aquí han vinío
esus cuatru ladronis
pillos, pirdíos:
¡ladronis!
médicus platicantis
¡bribonis!
luteru-clanvinistas
y flaimasonis!
En todo caso, quizá a nuestra clase política nacional les hiciese falta darse un paseo en solitario, sin prensa ni cargos a su vera, en el anonimato, por cualquier pueblo ramajero en un día de otoño o de invierno para percibir nuestra dura situación y darse cuenta de que, aunque no seamos una zona caracterizada por levantar la voz, tenemos problemas y son demasiado graves como para que sigan mirando hacia otro lado. Mientras tanto, seguiremos siendo los olvidados.