OPINIóN
Actualizado 22/10/2022 09:52:45
José Fermín Rozas

Imagen de 2003 con la hoy desaparecida Azucarera en funcionamiento.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó hace unos días proyecciones de hogares hasta el año 2037 y de población hasta 2072. Para variar, mantienen un gran futuro poco halagüeño para nuestra provincia. La primera apunta una pérdida de 18.700 personas en 15 años. No se puede decir que ese supuesto, probablemente próxima a la realidad, haya provocado revuelo alguno en la sociedad y política salmantina más allá de rellenar algo de espacio periodístico, resignados ante lo percibido como imparable e irreversible. Pero si se materializa no será otro fracaso sólo salmantino, siempre implica actores con mayor capacidad de incidencia obviando sus deberes.

Ciertamente el declive poblacional viene de lejos, en 1950 alcanzamos 412.000 habitantes. El cuadro de evolución adjunto no empieza inocentemente en 1986, ese año España ingresa en la ahora Unión Europea. Tras ello llegaran miles de millones (de pesetas y luego euros) en forma de diversos fondos europeos. Pretendían ayudar a las zonas más desfavorecidas, España, Portugal y Grecia aportaban unas cuantas, y mejorar la cohesión económica, social y territorial del espacio europeo, en especial transfronterizo. A la vista de los resultados 30 años después, la operación se puede calificar de frustrante para el Oeste de la región.

Fracasa la Junta de Castilla y León quien no ha sabido, o querido, aplicarse en el problema, agravado por el envejecimiento. Los deslavazados e intermitentes Planes de Desarrollo Regional no han pasado de inconexas declaraciones de intenciones para guardar en un cajón. O las políticas de ordenación del territorio, manoseadas durante años, solo son costosos trabajos de estudio desdeñados. Como ejemplos, ¿Cuántas veces se prometió convertir en autovía las carreteras desde la capital hasta Vitigudino, o Alba de Tormes? ¿y la utilidad del puerto fluvial de Vega Terron?.

Detrás y a la derecha de la señal de 50 subsiste vacío el solar que muy otrora ocupaba una fábrica de rodamientos.

Tampoco olvidemos el papelón del Estado, sin política para el territorio y su desarrollo de alcance nacional, ausente en las peleas territoriales surgidas tras generalizarse el Estado de las Autonomías que han ahondado desigualdades. Muy bien entendido por los neoliberales gobernantes madrileños, por ejemplo. Cuando la Constitución intenta disuadirlo, recordemos su Artículo 158.2. “Con el fin de corregir desequilibrios económicos interterritoriales y hacer efectivo el principio de solidaridad, se constituirá un Fondo de Compensación”. Muy raramente algún gobierno, quizás el más nefasto (según la derecha) de Zapatero, hizo algún intento de atreverse con el problema, si recordemos el enseguida olvidado Plan del Oeste o alguna actuación ministerial. Ninguno de los dos grandes partidos gobernantes es inocente en esta historia.

No quiero olvidar intentos locales, atinados o no, de demonizadas ideas lejanas como Salamanca Emprende u otras más locales. En general faltó profundidad y continuidad (sobre todo presupuestaria), pero al menos aspiraban a cambiar algo. Curiosamente vinculadas al casi inédito partido socialista en la provincia. Fuera de eso, la nada más absoluta. Y algunos han tenido 36 años de continuidad en un gobierno para cambiar cosas. A este ritmo, en 2037 se lamentarán menos y estará más cerca eso de apagar la luz al salir el último. Es cierto que ahora parecen llegar algunas sugestivas inversiones foráneas, casi todas, ¿enraizarán y serán suficientes?.

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