El periodista Chema Díez da su opinión sobre el '10' de Unionistas en la sección de este medio con colaboradores
Cualquier equipo, milite en la categoría que sea, posee un jugador emblema, esos cuya figura trasciende mucho más allá de lo puramente deportivo.
Unionistas CF también lo tiene, y ojalá que siga siendo así durante muchos años más. No viste raro, no lleva piercings, tatuajes (o al menos no a la vista), no se peina extraño ni le verás llevar una vida desordenada y estrambótica. No, ni mucho menos; se trata de un tipo completamente normal.
Lo que sí lleva es el brazalete de capitán dentro y fuera del terreno de juego y la sangre salmantina de un equipo en el que el ADN de la tierra brilla por su ausencia. Quizá por ello la figura de Carlos de la Nava sea aún mucho más importante para este club. No hay que olvidar que ha vestido las camisetas de la desaparecida UD Salamanca, del Salmantino, del CD Guijuelo y de Unionistas CF en la actualidad.
¡Ah, por cierto! Casi olvido un detalle que es de vital importancia: lleva el ‘10’ en la espalda, o lo que es lo mismo, es de esos futbolistas que siempre te puede sorprender.
El ‘10’ no es un número cualquiera, fácil… no todos los futbolistas están llamados a portar ese dorsal, que siempre identifica a los grandes jugadores, a los que hacen cosas que otros no pueden hacer, a los diferentes con el balón en los pies… esos que anuncian sin que apenas te des cuenta que algo va a pasar.
Y sí, cuando Carlos de la Nava tiene la pelota en los pies, algo puede pasar, malo para el rival y muy bueno para Unionistas. Según mi humilde criterio y mi entender en este (cada vez más raro) mundo del fútbol, es el jugador de más calidad de la plantilla y uno de los que más talento tiene de toda la Primera RFEF.
No sale en las portadas, no aglutina los titulares, no sale en las grandes fotos… pero siempre está cuando se le necesita. Quizá uno de los males que ha afectado a Carlos de la Nava desde que empezó a ser profesional del fútbol ha sido la exigencia que el exterior le ha encomendado de cara a la portería rival.
‘Charly’ no es un ‘9’, ni siquiera es un segundo delantero, aunque juegue como tal; y, por tanto, pedirle a De la Nava que meta 15 goles por temporada es una auténtica utopía, tanto como medir la calidad o la valía de un jugador de arriba por el número de goles que anota. Igual que juzgar a un portero solo por los goles que recibe; la crueldad de los números.
¿Qué quizá debería llevar alguno más en su cuenta? Tan cierto como que su función en el equipo no es ejercer como delantero centro, puesto que ha ocupado en el pasado y que le está tocando mantener en muchos partidos en esta temporada. Para mí, posición en la que se desaprovecha el talento del ‘10’ de Unionistas.
Carlos de la Nava ya no es el niño que debutó hace ya más de una década con la extinta UD Salamanca; tampoco es el jugador que estuvo en el Salmantino, el Zamora, el Guijuelo o el Langreo, ni aquel que tuvo una breve aventura en el filial del Valencia hace ya…
Tiene 29 años, una edad de madurez futbolística que le va a permitir dar cosas que antes no ofrecía en el terreno de juego y dejar de lado otras que antes sí hacía; y no pasa nada, es la evolución natural de cualquier persona en su trabajo, en su profesión, en su propia vida.
Lo único sí echo de menos (que algo lo conozco) es verle sonreír más a menudo en el terreno de juego, disfrutar del fútbol y soltarse como lo hacía antes, dejar volar su talento. Por ello, en lugar de criticar, juzgar o valorar cosas que se escapan a nuestro conocimiento, lo mejor es ayudarle a que siga disfrutando en el terreno de juego, libre y liberado de toda presión, de esa lupa que muchos se empeñan en focalizar sobre él.
Porque, les aseguro, no hay nada mejor que ver la sonrisa del ‘10’ por los campos de Primera RFEF; no soy objetivo ni quiero serlo, mucho menos con él.
Y es que, cuando el ‘10’ sonría, prepárate, porque algo bueno, bonito y lujoso va a pasar…