OPINIóN
Actualizado 11/10/2022 22:41:37
Francisco López Celador

Cuando el duque de Ahumada creó la Guardia Civil -ya se han cumplido 178 años-, dudo que soñara una subsistencia tan prolongada. La creación de un cuerpo armado con la doble dependencia de los ministerios de Guerra y Gobernación podía dar lugar a interferencias que repercutieran en su efectividad. Se trataba de “conservar el orden público, la protección de las personas y las propiedades (…) y el auxilio que reclame la ejecución de las leyes”. Para ello se hablaba de “un cuerpo especial de fuerza armada de Infantería y Caballería”. Su fundador tenía las cosas tan claras que dejó muy pocos cabos sueltos. Entre todos los deberes del Cuerpo, sobresalían con luz propia: el honor, la disciplina y el amor al servicio. También se acordó de sus derechos, y así puso especial interés en dotarlos de una retribución acorde con su responsabilidad. Es cierto que no siempre se cumplió el deseo del duque. Tuvo que transcurrir más de un siglo para que los hombres del tricornio pudieran llegar a final de mes sin estrecheces, algo que nunca criticaron ni mermó la calidad de su servicio.

Demostrada con creces su eficacia, adornando nuestra historia con páginas de heroísmo junto a brillantes servicios de orden y seguridad, cuando España ha dispuesto de los recursos necesarios, el Benemérito Instituto ha visto aumentar sus áreas de responsabilidad al tiempo que se le ha dotado de los medios precisos. Hoy, todos los verdaderos españoles estamos orgullosos de contar con una fuerza de seguridad que nada tiene que envidiar a la de cualquier otra nación.

Aquellos mil primeros guardias civiles se han transformado en una fuerza armada con un número de hombres y mujeres equivalente al de varias Divisiones de nuestro Ejército. La delincuencia ha obligado a extender su campo de actuación a todos los posibles escenarios. Hoy actúa por Tierra, Mar y Aire. Como consecuencia, se le ha dotado de los medios apropiados para cumplir su misión Los primitivos guardias de Ahumada, que se movían a pie o a caballo, hoy disponen de modernos vehículos de vigilancia y control, aeronaves para vigilar la delincuencia y el tráfico, y naves para vigilancia y control de nuestras costas. Su fama está tan extendida por todo el mundo que ha sido enviada en misiones de seguridad a países golpeados por conflictos armados o terrorismo.

El índice de efectividad de este cuerpo armado se mide por el grado de aceptación de los españoles. El honrado ciudadano de a pie respeta a la Guardia Civil, pero no la teme. Por el contrario, allí donde no está establecida, es reclamada. El delincuente conoce su grado de eficacia y procura huir de ella. Basta ver las protestas de las zonas poco pobladas en las que han ido desapareciendo sus famosas casas cuartel. Donde no es vista su presencia con buenos ojos, por algo será. Esa obsesión por erradicarla de territorios independentistas no hace sino reconocer indirectamente la necesidad de su presencia.

Por vuestra persecución del delito, por garantizar nuestra seguridad, por vigilar el cumplimiento de la ley, por ser la “guarda fiel de España entera” y, sobre todo, por la sangre derramada por vuestros compañeros en el cumplimiento del deber y la lucha contra el terrorismo, toda la España de bien agradece vuestro esfuerzo, pide larga vida a la Benemérita, y os desea un muy feliz día de vuestra Patrona, la Virgen del Pilar ¡MUCHAS FELICIDADES Y BUEN SERVICIO!

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