Hace 950 años Vellido Dolfos liberaba Zamora del duro asedio de 7 meses al que le habían sometido las tropas castellanas, tomando con ello Zamora el sobrenombre de “la bien cercada”.
Este 7 de octubre ha sido una fecha especial para las tierras hermanas de Zamora. Y es que la capital zamorana conmemoraba el 950 aniversario de la liberación por Vellido Dolfos (o Bellido Dolfos) del asedio al que sometió durante siete meses el ejército castellano a la ciudad de Zamora, que resistía como último bastión del Reino de León ante las ansias expansionistas del rey Sancho II de Castilla, allá por el año 1072.
El detonante que dio lugar al Cerco de Zamora comenzó unos años antes, concretamente en el 1065, cuando falleció Fernando I, rey de León y de Galicia y conde de Castilla, que en su testamento decidió repartir sus territorios entre sus hijos. Así, a Alfonso le legó el Reino de León, a García el Reino de Galicia, y a Sancho le dejó Castilla, que pasaba de condado a reino mediante dicho testamento. Del mismo modo, a las infantas Urraca y Elvira les dejaba en herencia como Señorío las ciudades de Zamora y Toro dentro, eso sí, del Reino de León de Alfonso VI.
Pero dicha herencia no contentó a Sancho de Castilla, que como primogénito se sentía despreciado en el reparto, pues el reino que poseía más prestigio, León, había ido a parar al que Fernando I tenía como hijo favorito: Alfonso. De este modo, Sancho urdió un plan para hacerse con dicho reino. Como primer paso, convenció a Alfonso para atacar conjuntamente a García y repartirse el Reino de Galicia, hecho que llevaron a cabo, apresando a su hermano García.
Con el monarca gallego ya fuera de juego, el rey de Castilla se decidió a atacar su objetivo principal, el Reino de León, de modo que declaró la guerra a su hermano Alfonso, iniciándose una serie de batallas entre leoneses y castellanos, que acabaron con el rey leonés apresado por los castellanos en la batalla de Golpejera.
De este modo, con el rey Alfonso VI de León preso (posteriormente exiliado bajo custodia del rey taifa de Toledo), Sancho II de Castilla inició su ofensiva final, atacando las principales ciudades y villas leonesas, que fueron cayendo ante el empuje de su ejército. Sin embargo, el monarca castellano no logró hacerse con la ciudad de Zamora, donde se había refugiado lo que quedaba del ejército leonés.
Ante la imposibilidad de tomar sus robustas murallas y la negativa de los zamoranos a rendirse, el rey de Castilla decidió que si no podía tomar por la fuerza el último bastión leonés que se le resistía, lo haría mediante el hambre. De esta manera, la primavera del año 1072 se inició en Zamora siendo asediada por el ejército castellano. Así, las tropas del rey de Castilla rodearon el perímetro de la ciudad, no permitiendo a sus vecinos salir de la ciudad ni entrar a nadie en ella, buscando que se acabasen rindiendo por falta de alimento.
Sin embargo, los meses fueron pasando y los zamoranos, con su señora Doña Urraca al frente, siguieron resistiendo ante los castellanos, prolongándose esta situación hasta que a inicios de octubre de 1072, tras siete meses de asedio, Urraca y Arias Gonzalo acordaron un plan para liberar la ciudad de dicho asedio, que sería ejecutado por un caballero que se encontraba en la ciudad: Vellido Dolfos.
La rápida acción de Vellido consiguió el objetivo fijado por Doña Urraca, que los castellanos levantasen el asedio a Zamora ante el fallecimiento de su rey Sancho II. Con ello, los zamoranos pudieron volver a entrar y salir de la ciudad, y proveerse de nuevos víveres tras haber agotado la ciudad sus reservas alimentarias. Asimismo, la acción de Vellido logró también que el rey Alfonso VI de León pudiese volver a su reino, distinguiéndose posteriormente como uno de los más importantes monarcas del Reino de León, siendo, por ejemplo, quien dio Fueros a Salamanca, restauró la Diócesis de Salamanca y encargó a su yerno Raimundo de Borgoña dirigir una nueva repoblación de la ciudad salmantina.
De esta manera, hace 950 años Zamora se liberó de un duro asedio que quizá haya sido su episodio bélico más traumático (dada su prolongación en el tiempo), dando lugar su resistencia a diversos escritos y cantares de gesta, surgiendo el dicho de que “no se ganó Zamora en una hora”, y ganándose el apodo de “la bien cercada”, sobrenombre que nació del romancero medieval:
“Allá en tierra leonesa
Un rincón se me olvidaba,
Zamora tiene por nombre,
Zamora la bien cercada,
De un lado la cerca el Duero,
Del otro peña tajada.
¡Quien vos la quitare, hija,
La mi maldición le caiga!
Todos dicen: Amén, amén,
Sino don Sancho que calla.”