La mayoría de nuestros chicos de la casa escuela han sentido que todos sabían más que ellos en el colegio.
Sin embargo, yo siento que saben muchas cosas más que los que aprueban siguiendo al dictado lo que le mandan los profesores, aunque no les sea útil para la vida y para su salud emocional. Les hacen sentir fracasados cuando el fracasado es el sistema.
Chicos que rapean genial suspenden en lengua, chicos bilingües suspenden inglés, atletas del break dance suspenden educación física y chicos bondadosos suspenden religión.
La revolución de la escuela no está en reformular leyes estúpidas de conceptos irreales. Tenemos que permitir entrar a educadores de la calle, que no es lo mismo que educadores de calle. Las habilitaciones matan la diversidad del profesorado. Todos tienen que haber entrado por el redil. Treinta años de la vida estudiando lo que le mandan sin aprovechar para el curriculum sus propias vivencias personales.
Hemos completado nuestro claustro de profesores con maestros de taller, con maestros de la vida. Personas con un talento inmenso. Pueden tener faltas de ortografía pero a mí me admira todo lo que son capaces de hacer.
Igual construyen con los chicos una casa de madera diseñada por ordenador , que tocan percusión, que sueldan, que hacen vino …
Licenciados en supervivencia o hijos de los pueblos que saben de todo y no los han dejado tener una titulación universitaria. Pero hacen funciones de arquitectos, psicólogos, ingenieros o médicos.
Nos hemos escondido de la vida y de los sentimientos en las escuelas. Los políticos como botarates de los sistemas económicos quieren adormecer la escuela y las universidades, comprando los votos con el bienestar de la clase media.
Reproducimos una meritocracia sin alma. Nosotros queremos acercarnos a los barrios con vida, llenamos nuestras escuelas de formación profesional de risas y llantos , de circo, de escalada, de baile, de lectura, de canto, de plantas, de aves, de tractores, de burros, de ovejas, de abejas. Nos juntamos con todo tipo de colectivo social que luche por la justicia social en cualquier rincón. Para eso hemos creado asociaciones, fundación, empresa de inserción, cooperativa de iniciativa social. Este sábado tocó el segundo mercado ecológico.
Nuestra torre de Babel no intenta alcanzar el cielo como la del rey Nimrod en Senaar, ni es un castigo del Génesis. Para nosotros la diversidad de lenguas y de culturas son una riqueza y nos facilita ir a una.