TOROS
Actualizado 18/09/2022 22:45:50
Fermín González

"Con el palenque de la plaza lleno a rebosar, cada uno de los contendientes de esta tarde utilizó sus armas"

Cuando se es una figura del toreo: Él adornado con tal titulo sabe que hay un público ávido de admirar su arte, que acude allí donde él torea; debe saber también que ha creado unas expectativas, una ilusión, un fervor popular que, tendrá un reflejo considerable en la taquilla. Si se quiere conservar tan elevada categoría y disfrutar de los favores que a esa categoría le corresponden, por lo menos hay que demostrar deseos y buena voluntad, poniendo a contribución, el valor, los recursos del arte y todo el caudal de afición que lleve dentro. Ser figura, liderar los primeros puestos del escalafón, es también aceptar una buena dosis de responsabilidad, de respeto tanto a los aficionados y públicos, como a todos los que forman parte del escalafón de matadores y, por supuesto, al toro. Es y debe ser una exigencia personal y absoluta convicción. Y, cuando estos resortes desfallezcan, cuando note que languidece su ilusión y su valor, lo mejor es “marcharse”, que es la forma de respetarse a sí mismo y a los demás. Por eso, un primer espada debe cargar sobre sus espaldas ese pesado fardo y además soportarlo calladamente.

Llegó a Salamanca el cartel, el que más gusta a la empresa -No hay Billetes-, parece ser que las largas colas en taquilla era para obtener un boleto para el 18, o sea la tarde de hoy, donde se daban cita las tres figuras, una terna de lo mas exquisita y reseñable en el panorama taurino, Morante que el viernes animaba de nuevo a verlo, Talavante que tiene buen ambiente por estos lares, y este ciclón que no se da tregua alguna Roca Rey, de insultante juventud, y desmedida afición y valor. Una terna que, cada cual con su personalidad, buscará a buen seguro el triunfo rotundo. La corrida también de garantías del cartel Cubillo tiene el compromiso y debe estar a la altura.

Con el palenque de la plaza lleno a rebosar, cada uno de los contendientes de esta tarde utilizó sus armas. Y, lo cierto es que no empezó bien, pues apareció el primero de la tarde un toro manso, parado y pastueño, con el que Morante dibujó una mueca de desprecio por el “borrico” que le había tocado, pasaron los tercios sin pena ni gloria, y con la muleta el “cigarrero” no se dio coba, y entre el ruido de la bronca le coloco un sablazo de aquella manera, entre la bronca y la protesta general -no quieren buenos principios, dicen los gitanos- el cuarto en principio era otra prenda, que le había tocado en suerte, pero Morante, tras tocarle las orejas, anunció que estaba cegato, y el presidente no se demoró y lo cambió, saliendo otro del mismo hierro, y en este el de la Puebla lo meció en el capote entre la corte de simpatizantes, galleando lo lleva al jaco se le da un picotazo cumple en banderillas; y Morante interpretó que lo que era el arte de dominar al toro él lo convirtió en sinfonía en Salamanca, citando en todos los terrenos, series a cámara lenta, faena muy templada, todo con esa gracia y pinturería, y donde el arte alcanza la grandeza, la suertes ya están inventadas, pero la interpretación genial del artista de la Puebla surgen de los propios cánones de la torería. Qué decir del publico, aplaudía, gritaba y braceaba, la verdad que el toro bajo de raza como sus hermanos no se aplicó, pero bastó para que este tras una estocada volcándose en el morrillo, lo rodó sin puntilla, y tras dos orejas; pues eso, la locura.

Talavante hoy esgrimió torería, pausa, sosiego muy entonado y dispuesto toda la tarde, sorteó el mejor del encierro, un toro que tuvo un poco más de recorrido en la muleta, tras lances lucidos, parado en banderillas y torero con un reposo y un temple sobre todo al natural, con una cadencia, sublime dominando las suertes, relajado y gustándose en cada natural y en cada derechazo, una faena de corte muy clásico, pero con personalidad superior, terminó con ajustadas bernardinas, mató de entera trasera y caída que no fue obstáculo para cortar dos orejas. Su segundo, más parado, tras el paso por el caballo, se debatió en una faena sin emoción alguna todo carente de vibración y pases de buena técnica, pero la cosa fue insustancial, lo pinchó y con media y descabello, se le otorgó una ovación.

Cerraba el cartel Roca Rey, el torero peruano, que lleva varias temporadas abriendo todas las puertas grandes de la Iberia taurina, y hoy no iba a ser menos. En su primer toro, sucedió que algo le ocurrió al caballo de picar de José Manuel Quinta, que se puso encabritado descabalgo al montado y se fue contra la barrera rompiéndola y creando una confusión en la plaza, que durante unos minutos estuvo parado el festejo. Solucionado el trastazo y levantado en jaco, el toro cumplió en banderillas y en la muleta de Roca, que lo recibe de hinojos, con derechazos de mucho fuste y valor, al natural el animal se va quedando corto, pero el torero peruano tira de su embestida logrando meterlo en faena, y ante la escasa acometividad, se pega un arrimón, dominado al animal en cada pase. Lo mató de entera atravesada y caída de rápido efecto y le cobro una oreja. A su segundo oponente lo lanceó valeroso en los medios con el capote por la espalda, una vara en la distancia buenos pares de Viruta, y comienza la faena también de hinojos en los medios con pase cambiado, una buena serie con empaque muy jaleada y serie al natural tirando ya de una embestida corta y perezosa de un toro venido a menos, algún virtuosismo más aprovechando la inercia, otro soberano alarde de valor y una suerte de matar a ley con el que cobro dos orejas, que en este caso fueron excesivas, aquí el presidente se rajó ante el ambiente, y no mantuvo el criterio con el que arrancó la feria. Y aquí terminó todo, los tres paladines por la puerta grande, del toro. Entre la multitud, desorbitada. Quedan los caballos… el 21.


Ficha del festejo: La Glorieta lleno de no hay billetes, tarde de calor bochornosa

Núñez del Cubillo tuvieron nobleza, flojos y bajos de raza, el 2º, tuvo algo más de recorrido.

Morante: bronca y dos orejas (puerta grande)

Talavante: dos orejas y ovación (puerta grande)

Roca Rey: oreja y dos orejas (puerta grande)

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