Entre las hebras naranjas del atardecer respiro aún ese aroma que queda afincado en el almacén de los olores bellos, en ese rincón del cerebro en el que se archiva, sin etiqueta previa, todo aquello que nos gusta y emociona nuestros sentidos. Allí se hizo un hueco, un día de hace muchos años en el que la lluvia y la tierra se encontraron y comenzaron a llevarse bien, ese recuerdo, amorosamente empapado, que persiste en los recovecos de la memoria.
El agua, que tan cara se vende, por fin se levanta un día de su largo reposo y decide venir a visitarnos. Comienza tímida (le falta entrenamiento) y regala una gota a una hoja, más allá a una flor, al rato a un hilo de hierba, luego a una piedra sin amo, después a la chapa de un coche blanco que deja una marca redonda mezclada con polvo callejero, hasta que poco a poco, tan sabia, empieza a desplegar todas sus habilidades, (para eso lleva años practicando) y, con generosidad, va empapando calles, cabezas, toldos, paraguas previsores y mesas de terraza.
La tarde, tranquila, mantiene aún su humedad en el ambiente, guarda el frescor, preserva su calma, persiste en su aroma, impreso en cada célula del cuerpo.
Desde mi ventana pienso en lo fácil que es la paz, el sosiego, la vida haciendo su trabajo diario.
Mi mente, como acto de generosidad, recoge este olor apacible y quiere compartirlo, ponerle alas y que empape todos los rincones del universo.
Que se impregne cada poro de los seres humanos.
Que apague el sonido de todas las bombas.
Que frene el galope de los corazones aterrados.
Que serene la furia de todas las guerras.
Que vuelvan a crecer flores en los balcones.
Que nuevamente se llenen de tiza las pizarras de los colegios.
Que los campos se inunden de alimento.
Que se restablezcan las camas en los hospitales.
Que se cuelguen los cuadros en los museos.
Que los violines ensayen sus conciertos.
Que vuelva el azul a los cielos…
La PAZ es mucho más que un deseo, es también una actitud ante la vida, ante lo cotidiano.
La PAZ es un canto universal, es un derecho amado para uno mismo y para otros.
La PAZ es un ejercicio diario, activo, comprometido.
Es, posiblemente, recobrar el aroma de los olores bellos.