Morante firma una tarde de toreo caro en La Glorieta y Chaves apuesta por el oficio, el empaque y la entrega para desorejar a un bravísimo toro de Galache de nombre 'Chillón'
Y salió a pie. Con su media sonrisa. El alma entregada y la cabeza firme. Es un maestro. Es Morante de la Puebla. Es el sentido de esa palabra en su máxima expresión ahora que este término en la sociedad con la que convivimos que carece de tantas cosas se usa con excesiva ligereza. Palabra de Morante. Concepto de genio cuando la lección que firmó este dieciséis de septiembre en La Glorieta fue un brote de compromiso, capacidad y torería, y por eso ante ‘Enfermito’ apostó por la técnica y el valor, porque, aunque en el de Galache faltó siempre la fuerza, Morante dijo que sí. Cadencia para firmar la obra y coraje para ser espejo.
El berrendo en negro y lucero no se dejó cuando le ofreció el medio capote en el saludo y no quiso pelea en el peto. Se fue a terrenos del sexto para iniciar el trasteo de muleta. Protestaba por el pitón derecho, pero Morante le dio encaje y ligazón para que aquello fuera in crescendo. Al natural despacio, de uno en uno; pinceladas y sabor añejo. Volvió a agarrar la diestra, los toques fueran con fe y firmeza para que se arrancara ese cuarto protestón y cuando se quedaba corto ya sabía Morante hasta dónde se la iba a alargar. Ya le había cogido el pulso y sabía a donde quería ir con él porque apostó por la paciencia a sabiendas de que era la tarde de apostar, de querer, de reinventar y es que estaba obligado a exprimir a ese toro. Y Lo hizo. Y la estocada entera para pasearle la oreja. Se pidió la segunda, pero el palco no escuchó. A estas alturas, los trofeos son intrascendentes para un maestro de su talla. El abreplaza fue noble, pero le faltó fuelle y la obra de pulso se quedó en tres verónicas de empaque y gusto y unos naturales al ralentí.
El toreo bueno queda ahí porque es un maestro cuando hace guía y tira de autoridad, y marca el camino que se debe seguir, el camino del poder, ese que conoce bien un Domingo López Chaves y lo suyo fue un recital de oficio, de capacidad, de seguir dando argumentos para otorgar también ese término de maestro cuando se topó con un bravísimo toro de nombre ‘Chillón’ con una embestida franca. Recetó Chaves unas exquisitas verónicas con la rodilla flexionada y le puso luego gusto para llevarlo al caballo. Brindó a público y eso marcó la senda y la bravura del de Galache empezó muy despacio a marcar el camino. Capacidad e inteligencia para templarle la embestida y citarlo de lejos, en lo medios. Quietud en el embroque. Y supo arrancarle las tandas por la diestra dejándole el trapo en la cara y tirando con solvencia y mucha clase, ese era el mejor pitón del animal. Bien también al natural, pero más intermitente. Se la seguía el de Ledesma presentando muy plana, por abajo. Todo bajo su concepto del temple que fue un constante y una estocada entera unió a los tendidos que pidieron con fuerza las dos orejas. El quinto, el de la sentencia para rematar la importante tarde, no dio opciones pese a su empeño de medir el pulso del enclasado pero flojo ‘Vagón’.
No tuvo Alejandro Marcos el día que soñaba ni tuvo el mejor lote. Le hacía falta un rotundo triunfo y esta vez no pudo ser, porque su obra quedó en detalles sueltos impregnados de torería, sí, pero sin rotundidad; de él destacaron unos naturales pulcros y de trazo muy bello a su primero, una buena estocada al mismo, una serie de verónicas con gusto al cierraplaza y un traje de estreno, impecable, que nos trajo por momentos un recuerdo del añorado Julio Robles. No tuvo oponentes el de la Fuente, y toca esperar.
FICHA DEL FESTEJO
Tercera de abono. Dos tercios de entrada en tarde soleada. Toros de Francisco Galache, de excelente presentación. El primero, flojo. Muy bueno el segundo, premiado con la vuelta al ruedo. El tercero, sin romper, mejor por el izquierdo. El cuarto, con movilidad pero sin clase. Con clase pero justo de fuerzas el quinto. Desrazado y deslucido el sexto.
Morante de la Puebla, de azul rey y oro. Ovación con saludos tras leve petición y oreja con petición de la segunda tras aviso.
López Chaves, de teja y oro. Dos orejas y ovación con saludos.
Alejandro Marcos, de sangre de toro y azabache. Ovación con saludos y silencio.
FOTOS: MIGUEL HERNÁNDEZ