El Tratado de Alcañices resulta crucial para entender los límites fronterizos hoy vigentes entre España y Portugal y, más específicamente, los que tenemos en la provincia de Salamanca.
Este lunes, 12 de septiembre, se cumplen 725 años de la firma del Tratado de Alcañices, que fijó en 1297 la frontera con Portugal prácticamente como la conocemos hoy, con apenas dos retoques posteriores: los de Olivenza y San Felices de los Gallegos.
Para entender los antecedentes que desembocaron en dicho Tratado, cabría retrotraerse siglo y medio más atrás, fijando como punto de inicio el Tratado de Zamora firmado en 1143 entre Alfonso VII de León y Afonso Henriques I de Portugal. Mediante este, el Reino de León reconocía la independencia del Condado Portucalense (que pasaría a convertirse en el Reino de Portugal), pacificándose inicialmente las disputas fronterizas entre leoneses y portugueses mediante el Tratado de Celanova acordado en 1160.
Sin embargo, el hecho de que Portugal debiese seguir pagando vasallaje al Reino de León aún en el siglo XIII implicó que siguiese habiendo ciertas tensiones entre ambos reinos, cuyos límites fronterizos siguieron siendo fuente de conflicto, estallando un nuevo pleito entre León y Portugal en 1264, que Alfonso X ‘el Sabio’ intentó solucionar mediante el Tratado de Badajoz, firmado en 1267.
Mediante este Tratado, Alfonso X, como rey titular del Reino de León, liberaba a Portugal del vasallaje que le tributaba al reino leonés desde hacía más de un siglo, reconociendo asimismo la soberanía portuguesa sobre el Algarve, y cediendo a Portugal una parte de los territorios de la antigua corona leonesa ubicados al este del río Guadiana, hoy fronterizos con las provincias de Badajoz y Huelva.
Sin embargo, el Tratado de Badajoz no logró acabar con las disputas fronterizas, que volvieron a estallar apenas cuatro años más tarde, en 1271, al dar marcha atrás Alfonso X ‘el Sabio’ respecto a la mencionada área al este del Guadiana. Así, el monarca tomó las localidades de Serpa y Moura, al considerar que no debían ser portuguesas “porque son en la conquista del reyno de Leon”. Ante este hecho, el rey portugués, Dinis I, alegaba para reclamarlas que eran “de conquista portuguesa”, quedando en el aire la soberanía de dichas ciudades durante casi tres décadas, hasta el Tratado de Alcañices de 1297.
Llegados a este punto, y yendo ya de forma directa al Tratado de Alcañices, cabe remarcar que este Tratado estaba íntimamente ligado al problema sucesorio estallado en la Corona de Castilla y León tras el fallecimiento de Sancho IV en 1295. En este aspecto, el hecho de que se pusiese en duda la legitimidad que habría tenido Sancho IV para haberse coronado, unido a que su heredero Fernando era menor de edad, desembocó en el estallido de revueltas de cara a la sucesión.
Además, el hijo del finado Sancho IV, el entonces infante Fernando, no era el único aspirante al trono, postulándose los también infantes Juan y Alfonso en la carrera por ser reyes. Para ello, estos infantes llegaron a un acuerdo en 1296 mediante el que se repartirían la Corona, con el apoyo externo de Jaime III de Aragón.
Este acuerdo, fijaba que el infante Juan ‘el de Tarifa’ se coronaría como rey de León, Galicia y Sevilla, mientras que el infante Alfonso ‘de la Cerda’ se coronaría como rey de Castilla, Toledo, Córdoba y Jaén, y en compensación por su apoyo militar, la Corona de Aragón pasaría a integrar el Reino de Murcia.
No obstante, el infante Fernando contaba con el apoyo de buena parte de la sociedad, habiendo división social respecto a quién debía ocupar el trono. Así, paralelamente al pacto entre los infantes Juan y Alfonso, se crearon hermandades concejiles proclives al infante Fernando, creándose el 12 de julio de 1295 la “Hermandad de los reinos de León y de Galicia” en la parte leonesa de la Corona, mientras que en la parte castellana se creó el 6 de julio de 1295 la “Hermandad de los Concejos de Castilla”.
Las tensiones por el trono, sin un heredero claro para la sociedad, desembocaron en una guerra civil entre 1295 y 1304, que en tierras leonesas se inició con la toma por el infante Juan de Castrotorafe, Villafáfila y Zamora, proclamándose rey de León en 1296, en un conflicto que se prolongará en el Reino de León hasta 1300, mientras que en Castilla la guerra entre los aspirantes al trono Fernando y Alfonso se prolongó hasta 1304.
De esta manera, el 12 de Septiembre de 1297 se firmaba en Alcañices el Tratado entre Dinis I de Portugal y Fernando IV de León y Castilla, mediante el cual este último entregaba al Reino de Portugal los concejos de San Felices de los Gallegos y Olivenza, así como el Riba-Côa (es decir, el área situada entre la actual frontera entre Salamanca y Portugal y el río Côa, que hasta entonces marcaba la frontera entre León y Portugal).
A cambio de estas cesiones, Dinis I se comprometía a ayudar militarmente al infante Fernando en la guerra civil que libraba en el Reino de León. Asimismo, mediante el Tratado de Alcañices se pactaba el matrimonio entre Fernando IV y la infanta Constanza de Portugal (hija de Dinis I).
De este modo, tras el pacto con Portugal, Fernando IV ganó posiciones y terreno respecto al infante Don Juan, que en 1300 le reconoció ya como rey legítimo de León, Galicia y Sevilla, renunciando así de forma definitiva al trono.
Por otro lado, el conflicto sucesorio en tierras leonesas quedaría definitivamente zanjado tras la convocatoria por parte de Fernando IV de Cortes del Reino de León en 1301 en Zamora, en las que el monarca confirmó los Fueros y leyes de este reino, comprometiéndose además a la reconstrucción de las localidades dañadas en los reinos de León y Galicia durante el conflicto sucesorio. A cambio, Fernando recibió el apoyo de los concejos leoneses para combatir al infante Alfonso ‘de la Cerda’ en tierras castellanas, en las que el conflicto sucesorio se prolongó hasta 1304, finalizando con la victoria de Fernando IV sobre el infante Alfonso.
En todo caso, el Tratado de Alcañices, del que se cumplen 725 años de su firma, redibujó de forma decisiva la frontera entre Portugal y el Reino de León, con unos límites que solo se volverían a mover para la reintegración en el espacio regional leonés de San Felices de los Gallegos en 1327, así como la de Olivenza en 1801 en Extremadura tras la breve Guerra de las Naranjas, no sin polémica en este último caso, al ser Olivenza la única zona de España sobre la que Portugal no reconoce la soberanía española.
Y es que el Tratado o Concordia de Alcañices resulta un documento histórico crucial para entender los límites fronterizos hoy vigentes entre España y Portugal y, más específicamente, los que tenemos en la provincia de Salamanca. En este aspecto, cabe recordar que localidades hoy portuguesas como Almeida, Barca D’Alva, Figueira de Castelo Rodrigo, Vilar Formoso o Sabugal no formaban parte de Portugal cuando ésta se independizó en 1143, sino que eran entonces parte integrante del Reino de León y la Diócesis de Ciudad Rodrigo, demorando siglo y medio su integración en Portugal, que se dio mediante el Tratado de Alcañices de 1297, hace ahora 725 años.