Camilo Jose Cela escribió "Once cuentos de fútbol" en 1963, obra muy surrealista. Cela nos alienta: "El intelectual debe interesarse por todo lo que está vivo, y el fútbol lo está". Añadiendo, con su sorna habitual: "El futbol embrutece sólo al que ya viene bruto de su casa". La obra original fue traducida al francés, holandés, portugués, italiano, turco, y japonés.
Recuerdo que en uno de los cuentos relata que un equipo jugaba con dos porteros, un portero izquierdo y otro derecho. Además, bautiza a sus futbolistas con nombres estrambóticos como Teogonio, Victuro, Hermelando, etc. Y a los equipos como Waldetrudi Pucara y cosas así...
El fútbol es muy proclive para los creadores literarios y el cuento corto una pieza muy apetitosa. "Del fútbol y sus cosas", Reinaldo Bernal Cardenas nos pone en escena: "En el terreno de juego, el joven jugador toma la pelota y avanza hábilmente sin ser detenido. A pocos metros del arco contrario gira en redondo, arroja el cuerpo hacia atrás y, acodando todo su peso sobre la grama, hace con la zurda una hermosa gambeta . El remate elegante, preciso, introduce el balón arañando la escuadra de la portería. El muchacho se incorpora y su corazón, como exigiendo compartir un sorbo efímero de gloria, quiere salirse del pecho. Un grito de "!gol!", que se ahoga en la emoción parece llegar de algún lado a instalarse con fuerza en sus oídos. Dejado el campo se sienta en el banco, jadeante. Mientras sorbe agua de la pequeña botella, y derrama el líquido sobre su cabeza, piensa en el día que pueda repetir la misma jugada con los otros veintiún jugadores en la cancha y las tribunas abarrotadas".