OPINIóN
Actualizado 06/09/2022 08:31:04
Francisco Delgado

A raíz de varias publicaciones, noticias, leídas u oídas durante este verano, me he hecho por primera vez en mi vida (espero que sea también la última vez) la pregunta: ¿Ha dejado de funcionar o tiene graves “averías” nuestro instinto de supervivencia?

Desgraciadamente las noticias a las que me refiero, que están en el origen de esta inquietante y rara pregunta, apenas están acompañadas de cuantificación alguna, solo de afirmaciones sobre el incremento de conductas. Son noticias tanto de ámbito local o nacional, como de ámbito internacional, o planetario, se podría decir.

Comencemos con las noticias locales y nacionales que nos hacen preguntar por si, justo después de la pandemia más terrible que la gran mayoría de la población ha conocido, el yo de la especie humana se ha debilitado en su primer objetivo de conservar la propia vida. Durante este verano, en nuestro país ha habido significativamente más muertes de ahogados en playas y ríos, ha habido más accidentes de tráfico mortales, ha habido proporcionalmente más accidentes mortales en el trabajo y ha habido más agresiones por violencia de género, que en los meses precedentes. Hay finalmente otro dato, dentro de nuestro territorio, esta vez cuantificado, que, al menos a los expertos en conducta humana, pone la carne de gallina: durante las pasadas fiestas de varias localidades de la Comunidad Valenciana con toros o vaquillas por las calles, ha habido ocho muertos y numerosos heridos. ¿Por qué? ¿Qué ha fallado que antes de la pandemia no fallaba o no fallaba tan significativamente?

Repito que esto son titulares o artículos de prensa, no acompañados de una estadística rigurosa, al menos de momento. Pero incluso con esta imprecisión, estas afirmaciones alarman.

Si pasamos ahora a los hechos de política internacional que están sucediendo durante estos días, durante las últimas semanas, la pregunta inicial cobra una intensidad de mayor ansiedad. Citamos los dos o tres hechos más relevantes:

Dentro del marco de la guerra Rusia-Ucrania, se están librando enfrentamientos en torno a la central nuclear de Zaporiyia, con una gran probabilidad de que hayan podido ser afectados ya o puedan afectarse en cualquier momento, algunos reactores. Una comisión de la ONU ha visitado la central, para supervisar su estado. Si esto sucediera las consecuencias destructivas con el medio ambiente y la salud pública serían trágicas.

Al mismo tiempo, en torno a Taiwan China y EEUU han desplegado buques de guerra, que por el momento tienen un objetivo de exhibición de poderío, frente a la potencia enemiga, con intereses políticos y económicos diferentes para Taiwan. Este enfrentamiento que se agrava aún más con la coalición ruso-china para defensa de sus territorios, pone al conjunto de naciones de Oriente y Occidente en un estado de pre-enfrentamiento bélico, cargado de amenazas y posibles agresiones, demasiado inquietante y difícil de controlar.

El panorama postpandémico está dando signos de una tendencia en la especie humana a no defenderse suficientemente ante los peligros vitales y a ser engullida en una fantasía apocalíptica que se sostendría con las siguientes débiles palabras: “¿Qué más da defenderse o no, si pronto vamos a ser todos víctimas de las guerras, del calentamiento del planeta o de las crisis económicas mundiales que nadie puede controlar?”.

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