DEPORTES
Actualizado 25/08/2022 19:19:14
Carlos Cuervo

Álvaro Arencibia, exfutbolista del Salamanca UDS, nos cuenta su historia pocos meses después de dejar su pasión por una lesión en la espalda

¿Cómo es la vida de un deportista después de la retirada? Esa pregunta es la que se hacen muchos de ellos, pero también la gente que les sigue. De hecho, numerosos atletas comentan que el cambio es muy duro y cuesta sobrellevarlo después de años de entrega y sacrificio a su pasión. Por ello, Álvaro Arencibia, exjugador del Salamanca UDS, nos cuenta su experiencia tras dejar el fútbol por una lesión en la espalda.

PREGUNTA: ¿Qué tal estás de salud tras anunciar que te retirabas a principios de junio?

RESPUESTA: Bien, muy bien. Una vez paras la pata, el cuerpo se amolda a la nueva vida. Ya se descansa un poco más de la cuenta, pero todo va bien.

P: ¿Cómo es tu vida ahora mismo?

R: Es una vida normal y corriente. Estoy trabajando en Decathlon ahora mismo, que es una empresa vinculada al deporte y es algo que se agradece. Sigo estudiando la carrera de Psicología y me he cambiado de bando porque he empezado a entrenar a un juvenil en mi tierra en esta pretemporada. Toca ver el fútbol desde otra perspectiva.

P: ¿Y de qué modo se encuentra físicamente un futbolista como tú en su retiro?

R: Bien, pero porque tampoco he parado la pata del todo. Sigo yendo al gimnasio y no me puedo dejar en ese sentido para que la espalda no sufra. Cuando tengo tiempo sí que voy, aunque entre el trabajo y el equipo hay que hacer encaje de bolillos. Suelo ir cinco o seis veces a la semana, pero puedo hacer cualquier otra cosa también.

P: ¿Lo que más cuesta es salir de esa rutina que tenéis tan marcada los jugadores?

R: Es un cambio extraño. Es como tener vacaciones durante mucho tiempo (ríe). Te levantas pronto, tienes los horarios de comida muy marcados, pero ahora puedo comer a horas más extrañas por así decirlo. Hay que acostumbrarse a ello y lo llevo bien, no tengo ningún tipo de reparo en vivir esta nueva vida.

P: ¿Se echa de menos el fútbol?

R: Sí, pero son decisiones que se toman por el bien propio. He visto la otra cara del fútbol con las lesiones y no es lo mismo que una persona que lo tiene que dejar de sopetón. He tenido una fase de amoldarme a la nueva vida desde que terminó la temporada, que terminé mal internamente a nivel físico, y sabía que si seguía no podía disfrutar al máximo. Ahora coges el balón con los niños y te quitas el mono de esa forma (bromea). Quiero ayudar a gente joven en un camino diferente y me recompensa como persona.

P: ¿Qué te podría haber pasado si hubieras decidido seguir jugando?

R: Lo más seguro es el paso por quirófano. Eso no me lo iba a quitar nadie antes o después y ya por tercera vez habría sido un desgaste brutal para la espalda. No quería pasar más por eso.

P: ¿Cómo te ves en tu nueva vida como entrenador?

R: Bien. Es bastante distinto. Llevo dos semanas entrenando con los pibes, pero a muchos les conocía de los campus de verano y aquí me conocen de toda la vida. Es más fácil que sea en un equipo de barrio que meterse de lleno en el mundo profesional. Este año será la prueba de fuego en los banquillos.

P: ¿Con qué te quedas de todos estos años?

R: Hicimos una pequeña charla el año pasado en el equipo y tocamos esta pregunta. Yo tenía la decisión tomada y sabía en lo que había pensado, por lo que me quedo con los compañeros y las amistades. En casi todos los equipos que he estado sigo teniendo contacto y el fútbol da mucho vínculos. Eso es lo más bonito que puedo decir.

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