OPINIóN
Actualizado 13/08/2022 09:42:30
José Fermín Rozas

Hace ya algunas semanas el Ayuntamiento puso dos nuevos bancos, de madera y con respaldo, en la Calle de Quintana. En contra de lo habitual no lo hizo para estudiar escaparates como los existentes en la otra acera, les dio la vuelta. Se suman a otros, y seguramente nuestros munícipes gobernantes aciertan cuando dicen que hay más bancos que nunca. Lo mismo pasará probablemente con similares proclamas sobre árboles, aunque incluyan alcorques desocupados permanentemente o pavimentados. Otra cosa es su utilidad según donde estén.

La calle de Quintana, de trafico restringido según señales situadas en tres lugares antes de llegar hasta ella, tiene un diseño un tanto sorprendente. De plataforma única, pero con calzada bien delimitada y sobredimensionada. En el lado de los pares hay varios árboles y dos escasos bancos. Pero nada en la acera de la iglesia de San Martin, cuyos motivos se me escapan, hasta ahora. Es un avance, si tenemos presente la demanda de uso de los existentes. La habitual canícula en ese lado pide a gritos unos árboles dignos de ese nombre para procurarles alguna utilidad. No olvidemos el éxito del largo banco del Corrillo a unos metros. Otra cosa es la permanente carga y descarga de esta calle.

Según nos contaban hace poco la edad media capitalina es la más alta de la región. Y el porcentaje de mayores de 65 años es el 27’6%, casi cuatro puntos más que hace 10 años. Pues esos mayores pasean por nuestra ciudad, y a muchos de ellos sus circunstancias físicas seguramente les piden descansar con asiduidad. Hay zonas con abundancia de bancos, incluso sobreabundancia. Y otras donde resulta difícil encontrar uno, como en calles muy transitadas por peatones donde suele haber mucha actividad comercial y hostelera.

Paseando por la ciudad es fácil ver demasiadas incongruencias en esto de facilitar descanso a la ciudadanía caminante. Sobre todo la escasez de árboles, sombra, dignos de tal nombre en demasiados espacios peatonales. Y cuando existen, nada garantiza un banco, o que este disfrute de sombra. En demasiados lugares en realidad retrocede el número de árboles, por causas naturales o artificiales, acompañado de la eliminación del alcorque. Lo mismo les pasa a los bancos. Incluso el propio diseño de la calle ya incluía la repentina desaparición de estos elementos sin causa objetiva justificadora. La Calle de Quintana o la Plaza del Poeta Iglesias y su entorno son un magnífico compendio de esas intencionadas carencias salmantinas.

Está muy bien ingeniar programas como el Life Vía de la Plata y conseguir su cofinanciación, poniendo algo de verde en las Calles de San Pablo, Zamora, Torres Villarroel o Gran Capitán. Otra cosa es que solventen las reales necesidades de quienes caminan. Los setos, macetas colgadas de farolas, o en el suelo, pueden ser muy estéticas, pero su aportación de asiento y sombra es muy discutible. Un gran número global no resuelve problemas locales. Por cierto, no se puede decir que al “Plan Especial de Protección de la Infraestructura Verde y Biodiversidad de Salamanca (PEPIVB)” le preocupe mucho el tema.

Al menos se gana globalmente en el diseño del banco. Hace años se demandó, en unas jornadas sobre el Primer Plan de Movilidad, de madera y con respaldo. No siempre se ha respetado, pero sí bastante. Aunque los hay de materiales muy inadecuados según las estaciones del año, como los de hierro tan agradables con las olas de calor veraniegas. Luego surge la contrariedad del mantenimiento, antes los sustituían cuando se caían a cachos. Ahora alguna vez se arreglan, pero a un ritmo que inevitablemente lleva a la inutilidad o desaparición de otros.

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Tomarse un respiro sentado.