Conociendo un poco el funcionamiento de las entrañas políticas de la derecha española, algunos ya aventuramos hace tiempo que el nuevo dirigente del PP, Feijóo, es una figura decorativa colocada -como lo fueron M. Rajoy y Casado- por “los hombres de atrás”, que son ese conjunto de poderes (políticos, económicos, mediáticos y de la jerarquía eclesiástica) que lo consiguen todo manipulando, engañando e intoxicando la realidad, con una única finalidad: que la derecha política llegue al poder, como sea y cuanto antes.
Y se veía venir porque, a pesar de que Feijóo parecía participar de un discurso más moderado, tolerante y negociador, los dueños del “teatro de títeres” lo están convocando diariamente a “maitines” para que module su actuación política según sus siniestros criterios y objetivos. De ahí que unos días intoxiquen la opinión pública con el terrorismo de ETA, intentando asemejar a los líderes del gobierno de Sánchez -como también lo hicieron con los de Zapatero- con los terroristas, intentando afirmar, sin ambages, que los objetivos políticos del gobierno son los mismos que los ya derrotados terroristas de ETA (vencidos, curiosamente, por el Estado de Derecho, siendo presidente del gobierno un líder socialista, Zapatero y ministro del interior, otro, Rubalcaba). Y cuando se les acaba la munición del terrorismo viajan hasta el independentismo para trasladar a la opinión pública que es el gobierno del PSOE quién alimenta, favorece y facilita las acciones en contra de la “sagrada unidad de la patria” –siguen con la misma terminología ultramontana y atrabiliaria, la misma que se utilizaba ya en la dictadura de Primo de Rivera, cuando se obligaba a los municipios españoles a adherirse al partido político único, la Unión Patriótica Española- fomentando las algaradas callejeras y la desobediencia de regiones como Cataluña y Euskadi al estado; cuando son ellos, mientras gobiernan, cuando se ponen patas arriba los jirones de la convivencia. Ya lo vimos con los referéndum ilegales convocados por los dirigentes de la Generalitat, siempre cuando gobierna el PP. A las pruebas me remito. Finalmente, cuando se les acaba la munición separatista, atacan con la economía, que dicen ser su fuerte; algo que no contrasta con la realidad, porque el actual gobierno ha aprobado una reforma laboral –a pesar de la negativa de la derecha y la ultraderecha- que está posibilitando la bajada del paro, que el empleo sea más estable e indefinido y que se fomente el crecimiento del PIB.
También se veía venir el cambio constante de pareceres políticos de Feijóo y que está demostrando ser una veleta en medio de una profunda tormenta, porque cambia de criterio hasta en la misma comparecencia de prensa; en función, eso sí, de los criterios dominantes de los propietarios de ese gran “teatro de marionetas” en el que siempre aparece Ayuso, la “señorita Rottenmeier” de la representación teatral. Un líder político que apenas dos semanas antes proclamaba que había que normativizar el ahorro energético en estos tiempos complicados en los que vivimos, que había que subir las temperaturas del aire acondicionado y bajar la de la calefacción en edificios públicos y comercios, así como apagar escaparates e incluso el alumbrado público y de edificios históricos, que diga ahora que no apoya el Decreto ley aprobado por el gobierno sobre ahorro energético, es una prueba de funambulismo político sin precedentes, de ausencia de criterio, de “bajada de pantalones” ante los que “mandan” en ese lobby del conservadurismo español; un conservadurismo que nada tiene que ver con las formaciones políticas liberales y conservadoras europeas, que han surgido, se han alimentado y conviven con el auténtico Estado Social y Democrático de Derecho, que se han cultivado aceptando y respetando los principios y valores de una sociedad democracia: libertad, igualdad, justicia, pluralismo y tolerancia. La “derechona” española sólo cree en la libertad al estilo Trump; eso sí, sin igualdad (que los pobres se pudran), sin justicia (porque, como se ha demostrado, no quieren reformar la justicia para seguir controlándola políticamente y a su conveniencia), sin pluralismo (sólo conciben el poder si ellos lo ejercen y sin control) y, por supuesto, sin tolerancia porque cuando están en la oposición estiran la cuerda hasta romperla, alimentando constantemente la crispación, el odio y resentimiento hacia quienes nos gobiernan.
Por otro lado, también hay que poner de manifiesto que mientras algunos “barones” territoriales del PP siguen la senda de Ayuso, esa “corriente doctrinal” de la derecha que aboga por una gestión política y económica que consiste en poder tomarse cervecitas en las terrazas, que proclaman que los escaparates sigan encendidos por la noche y que el aire acondicionado de los centros comerciales esté más cerca de los 10 grados que de los 27, luego cierran centros y consultorios médicos en los municipios de la España vaciada, como está ocurriendo en Castilla y León (que se lo digan a los habitantes de comarcas tan llenas ahora pero tan vacías el resto del año, como las de Sayago, en Zamora o Vitigudino y Las Arribes, en Salamanca), critican que el presidente del gobierno viaje en el Falcon (algo que han hecho todos los presidentes, incluso M. Rajoy también lo hacía con su mujer y más a menudo) y luego tienen salarios mayores que los del presidente del gobierno y ejemplos hay para aburrir: el alcalde de Madrid, la presidenta de la Comunidad de Madrid o el vicepresidente “sin cartera” de Castilla y León, el señor de Vox. Además, algunos líderes territoriales, como Mañueco, presidente de Castilla y León, cantan al son de la lira que tocan los dirigentes de su partido al tiempo que se queman nuestras tierras, sin poner remedio. ¡Qué tristeza!