¿Qué son las Perseidas?

La observación de las Perseidas es la excusa anual perfecta para disfrutar del ‘fresco’ de las noches de agosto o de una escapada al espacio natural más cercano para desconectar de la contaminación lumínica. Pero también es una oportunidad para comprender lo básico de uno de los acontecimientos astronómicos más conocidos y esperados. Las ‘estrellas fugaces’ que en estas fechas pueden contarse a simple vista, son en realidad los restos de la cola de un cometa, el Swift-Tuttle.

Óscar Martín, fundador y presidente de la Organización Salmantina de la Astronáutica y el Espacio (OSAE), explica que cada año, sobre estas fechas, la Tierra atraviesa la “nube de escombros” de este cuerpo celeste. Estos “escombros”, en realidad polvo, rocas y partículas de hielo, al chocar con la atmósfera se desintegran y se convierten en lo que popularmente se conoce como lluvia de estrellas. Su periodo de actividad es largo, de hecho llevamos desde mediados de julio conviviendo con los meteoros, y no cesarán de colisionar hasta finales de agosto, pero son más visibles en torno al doce de agosto, jornadas en las que la Tierra atraviesa su parte más interna.

Su nombre proviene de la constelación de Perseo, de la que aparentan provenir. En los países de tradición cristiana se conocen popularmente como Lágrimas de San Lorenzo debido a una antigua leyenda que aseguraba que en la noche en que se quemó al santo en una parrilla, el diez de agosto, las estrellas fugaces que se observaban eran en realidad sus lágrimas surcando la noche.

Hay más acontecimientos astronómicos destacados a lo largo del año, pero probablemente ninguno alcance la popularidad de las Perseidas. Esto, apunta Óscar, se debe a que son especialmente prolíficas y visibles, pero también a una característica más mundana. Aparecen durante las noches cálidas de agosto, en las que no es tan descabellado perder unas horas de sueño y salir de los pueblos y las ciudades para poder observar el cielo en compañía.