OPINIóN
Actualizado 09/08/2022 08:59:59
Marcelino García

Si una cuestión que viene preocupando en el último año a la sociedad es la subida de precios como consecuencia de la inflación que pone en riesgo el acceso a productos o servicios básicos a los colectivos más vulnerables en los países desarrollados y a los ciudadanos en general en los países con menos recursos económicos.

Autor: Jesús Piñuela. Defensor de los derechos humanos.

Los especialistas en la materia apuntan a diversas causas: crisis energética como consecuencia de la sobreexplotación de recursos fósiles cuyo pico de producción se alcanzó hace unos años; la pandemia del covid-19, que produjo una paralización del consumo y de la producción y una crisis logística posterior al finalizar las restricciones. Pero hay otro motivo más en el que nos centraremos en este artículo, la especulación sobre los productos y materias primas básicas para la supervivencia de la población en numerosos países.

El año 2008 es clave para entender este fenómeno especulativo, se produce la quiebra de Lehman Brothers y de las hipotecas subprime. A partir de este momento tiene lugar el desarrollo de la conversión en activos financieros de productos y recursos naturales del planeta, fenómeno que ya se venía produciendo desde décadas atrás.

Desde principios de la década de los 2000 se había puesto en marcha un nuevo movimiento económico en el que los especuladores financieros empezaron a comprar contratos de futuros a precios crecientes, con la intención de que los mismos subieran y pudieran ganar más; al mismo tiempo grandes distribuidores también compraron ante el temor a que los precios fueran más altos en el futuro. No se compraba un producto o materia prima física sino el derecho a la producción futura que tendría lugar unos años más tarde. De esta manera, las inversiones especulativas en materias primas se dispararon con 317.000 millones de dólares invertidos en 2008, alimentando una burbuja especulativa e inflacionista, el precio del maíz se triplicó en pocos meses, el del trigo subió un 127% y el del arroz un 170%; según el Banco Mundial esta subida de precios empujó a la pobreza extrema a entre 130 y 150 millones de personas. Poco tiempo después, tuvo lugar la “primavera árabe”, entre cuyas causas se encontraba el exagerado incremento de productos básicos.

Tras la crisis alimentaria de 2008 se publicaron estudios que justificaban el aumento exponencial de los precios agrícolas por la creciente demanda de materias primas por parte de China, y el desvío de alimentos, como el maíz, para producir etanol. Sin embargo, el antiguo Relator de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, ha mantenido un criterio radicalmente diferente. Según él, aunque hay múltiples causas, esta subida acelerada de los precios y su volatilidad solo pueden explicarse por su especulación en los mercados de futuros, que provocó dicha burbuja inflacionista.

Actualmente hay un consenso sobre este diagnóstico, tanto en las instituciones internacionales, dentro y fuera de Naciones Unidas, como en la comunidad científica internacional, de manera que se ha ido extendiendo la reclamación de medidas legales que permitan evitar las burbujas especulativas. Además se ha comprobado empíricamente que cuando los especuladores hacen subir los precios de los futuros, se produce una traslación de los mismos a los precios al contado que se deben pagar para adquirir productos básicos.

Los recursos naturales y los alimentos están vinculados a los derechos humanos y a las necesidades básicas de las que dependen la vida y la dignidad de miles de millones de personas empobrecidas. Por lo tanto, la mera posibilidad de que su gestión en los mercados de futuros pueda generar picos de precios y volatilidad debería, como mínimo, suscitar preocupación y motivar que se adopten medidas preventivas.

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