OPINIóN
Actualizado 08/08/2022 10:09:37
Jesús Garrote

Después de la primera quincena de julio en Marruecos con los chicos de Santiago Uno y mi hija pequeña, experiencia enriquecedora otra vez.

Con la hija mediana trabajando de monitora y la mayor estudiando el MIR, nos plantamos en Gandía a esperar que la pequeña acabe un campus de alto rendimiento de baloncesto en Valencia. Yo no veía chinos en la playa y me agotaba de hacer poco más que leer. Debe traicionarme la dopamina y la serotonina. Me gustaba imaginarme los países que rodean el Mediterráneo, catorce europeos, cinco asiáticos y cinco africanos. Distintas costas en Turquía, Israel, Líbano, Siria, Egipto,….

Aterrizaje en Sayago para gran parte de agosto. Muchos lugareños de mal humor y muchos incendios. Las asociaciones culturales con buenas intenciones.

A ciertas edades parece que no entra la diversión por decreto. Pueblos abandonados con políticas de izquierda burguesa altamente ineficaces.

Las fiestas han cambiado. Mira que tenía nostalgia de verbena. Cultura de garrafón y drogas locas. Forzar la diversión.

La Misa sin jóvenes, la multinacional del pesebre no parece fomentar la Fe. Los discursitos de los jovencitos curas no es que traspasen mucho lo obvio.

No es fácil no rendirse ante las encinas vencidas. Ancianos trabajadores que esperan con una conciencia muchas veces perdida. Los que han tenido una vida de ensueño es lógico que dejen paso a la vida de los jóvenes. Otros no ven el fruto de su legado.

Soluciones son hacer funcionarios a quienes viven y trabajan el campo. Pagar bien al empadronado que nos recuerda un oficio perdido. No son bufones de la gente de ciudad. Merecen el mismo honor que los jubilados de ciudad.

Cuando a las hijas les abochorna el ritmo del pasodoble y nos avergüenza, algo esencial ha cambiado sin que lo hayamos sabido percibir.

Emoción, percepción, en definitiva nos mueven los sentimientos, aunque me permito dudarlo en algunas personas que o los esconden muy bien o son lo que se ve.

Algunos en vacaciones mientras leemos y no nos obligamos a cuidarnos por decreto. Sin tanto apego a la vida. Esperamos el flechazo que alimente futuros proyectos para poder contribuir a alguna revolución desde una viña, una era o una pequeña cortina.

Los orígenes deben llevar codificado algún mensaje genético. El cuidado de la tierra que nos vio nacer debe dar algún sentido a la vida. Los itinerarios de vida son variados pero bastante homogéneos y pobrecito del que se sale del redil.

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