Después de la presentación del Atlas, tras dar un paseo por las calles del centro de Pekín, en una noche donde todo se confundía entre lo real, lo inexplicable y lo imposible, tras haber cenado un platillo conocido desde antes en Suzhou, acompañado por un par de tazas de té, me puse en contacto con una amistad coleccionista de libros.
Existen nombres significativos en nuestras vidas. Al modo de las estrellas y la luna en el cielo de las noches, de esa manera algunos nombres alumbran la oscuridad de nuestro sueño día a día. El nombre de nuestra madre, nuestro padre, nuestros abuelos, el nombre de amigos, el de personajes de la Historia, de la música, la política, de los libros. Sirven de referencias constantes y sonantes. Hacia allá vamos, adonde ellos han estado. Adonde ellos van y nosotros quisiéramos estar, allá nos dirigimos.
Giambattista Bodoni merece un capítulo entero en este tipo de nombres. Si bien yo no conozco su vida salvo en rasgos muy generales como su nacimiento en el siglo XVIII, al menos sí he podido tocar sus libros y he podido ver cómo los tocan sus coleccionistas con un tacto vivo. La sombra de Giambattista Bodoni alcanza a nombres como el de José Nicolás de Azara, Franco Maria Ricci, Jorge Luis Borges y el de otros autores que debido a su cercanía a mi persona prefiero no nombrar por respeto.
El Tipógrafo de su Majestad Católica, o sea, del Rey de España, Giambattista Bodoni, dotó a la tipografía de un valor no necesariamente ligado al contenido del escrito estampado. La forma de las letras y su puesta en la página reclaman para sí la atención completa del espectador. No hace falta conocer los idiomas de sus composiciones para sentir la sustancia de esa materia gráfica y estética. En la presentación del Atlas de María Kodama y Jorge Luis Borges, en el Instituto de Estudios de América Latina, de la Academia de China de las Ciencias Sociales, Pekín, la viuda del autor argentino desplegó una galería de imágenes donde Franco Maria Ricci no brillaba por su ausencia. La presentación nos hizo pensar en el Labirinto della Masone del editor italiano Franco Maria Ricci, hogar de una porción de los volúmenes del Tipógrafo del Rey de España.
Después de la presentación del Atlas, tras dar un paseo por las calles del centro de Pekín, en una noche donde todo se confundía entre lo real, lo inexplicable y lo imposible, tras haber cenado un platillo conocido desde antes en Suzhou, acompañado por un par de tazas de té, me puse en contacto con una amistad coleccionista de libros. La noche anterior, mi amigo había cenado con el creador del Labirinto della Masone, Franco Maria Ricci, en Parma. En la cena, como resultaba natural, había surgido el nombre de Jorge Luis Borges y María Kodama (responsable el primero de la idea del laberinto italiano). Franco Maria Ricci y mi amistad, en esa cena habían hablado de lo mismo que había expuesto la viuda de Borges en la capital de China. Las formas materiales cuando ofrecen en su diseño y organización un orden increado expresan por ellas mismas un contenido imposible de representar con nada más que no sean esas mismas formas materiales. El cuerpo tangible de la obra cobra el valor del significado completo. En el estudio de un maestro de caligrafía en Suzhou, la mera disposición de los instrumentos de escritura sobre las mesas de madera y colgados en las paredes reflejaba una sustancia inmaterial de un peso incalculable.
Más o menos en este sentido, pero dando un brinco a otro campo diferente, nosotros ahora aquí en la columna pensamos en la canción «Por», del álbum Artaud, de Luis Alberto Spinetta. Me la dio a conocer Francisco Rodríguez M. La pieza de Pescado Rabioso enlaza una cadena de palabras desprovistas de relación entre sí. La masa fónica verbal cae dentro del recipiente musical de la guitarra como una porción de vino dentro de una copa de cristal. Escuchando la canción no podemos entender nada cuando al mismo tiempo algo se pone de manifiesto en las emociones, en los sentimientos, y nos mueve al recogimiento de reverencia donde los ojos se cierran y nos dejamos caer en el vacío.
«Cézanne consideraba que la tarea del pintor era hacer silencio. La montaña Sainte-Victoire se le aparecía como un imponente macizo de silencio al que debía obedecer. La verticalidad, la montaña que se alza, manda silencio», apunta Byung-Chul Han. Bajo el sello del SEMYR, la Biblioteca Bodoni, el Museo Bodoniano y la Biblioteca Palatina, en el año 2017 Pedro M. Cátedra publicó el libro dedicado a Giambattista Bodoni Tace il testo, parla il tipografo, cuyo título, como lo podemos ver, habla de esto.
El silencio, todas y todos lo sabemos, nos permite contemplar el entorno. La dieta en la economía del ruido imprime una figura necesaria para la forma de la esfera de nuestras personas. Lo eterno en el espíritu se conjuga con lo efímero del siglo en el mundo real. Nos volvemos humanos. Son esas personas con una estrella brillante en las pupilas, como los casos de los familiares, amigos, conocidos, personajes reencontrados, quienes jalan hacia su altura nuestras miradas. Sus nombres, como la porción de vino consagrada al amor o el pan repartido entre los amigos, dejan su toque delicado en nuestras palabras y nuestro silencio.
En la imagen de la columna tenemos el libro de José Saramago del título que inspiró el título de nuestro escrito. Esa fotografía la hicimos de un libro prestado y devuelto. Generalmente, esto se sabe, los libros no se devuelven. Andalucía ha sentenciado esto en la necesaria calidad del trato de la pluma, la guitarra y la mujer. Nada de eso se presta. Las cosas —el término cosa apuntando a la mujer y el hombre lo usamos en su dimensión afectiva de lo humano— merecen un cuidado exquisito, así sean una piedra en una estantería u otro objeto sin ningún valor monetario, mas atravesado de una historia incalculable. Prestar algo implica el establecimiento de una relación difícil de cuidar. Alejandro Fitz, unos años después de haber sido mi compañero docente en una secundaria y una preparatoria de Xalapa, me vio por la calle y me dijo Rechy, aquí (en mi casa) tengo tu libro de José Saramago que me prestaste. Sí lo leí.
Xalapa-Equez., Veracruz, México
23 de julio de 2022
Juan Angel Torres Rechy
torres_rechy@hotmail.com