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COMARCA
Actualizado 17/07/2022 12:26:06
Adrián Martín

Se lidiaron otras cuatro reses de Carmen Valiente para Antonio Ferrera y El “Fandi” en la portátil de Moraleja con motivo de las fiestas locales

La plaza de toros portátil de Moraleja fue escenario de una corrida de toros con motivo de las fiestas de San Buenaventura. Una tarde sofocante de calor aunque con una pequeña tregua si la comparamos con días anteriores.

Se lidiaron seis toros de la ganadería extremeña de Carmen Valiente, que habían sido corridos en el encierro por la calles de la localidad por la mañana para los diestros Antonio Ferrera, David Fandila “El Fandi” y Alejandro Fermín, que tomaría la alternativa esa misma tarde.

Con una plaza llena de público en sus tres cuartas partes, destacaba nada más entrar la banda de música, que vestía de amarillo, un color de poco agrado para los matadores de toros generalmente hablando.

Pasó el turno el director de lidia Antonio Ferrera que dio la alternativa al joven novillero de la localidad cacereña de Cabezuela del Valle, dando la alternativa al futuro matador de toros que estuvo radiante en su tarde de debut como gran espada.

Primeros pasos con el capote con mucho estilo y bien postrado. Con la muleta varios naturales con las dos manos, echando la mano izquierda de vez en cuando a la chaquetilla. El número 57 de Valiente iba peor por el pitón derecho, dificultad que supo solventar con soltura el cacereño. Doble oreja y rabo tras matar con la primera estocada asegurándose la puerta grande.

Con el sexto de la tarde, segundo para el recién estrenado torero, lo recibió con unos magníficos lances con el capote para continuar con el engaño rojo cogido con las dos manos y pies quietos, que precedieron a unos pases en redondo y muy alargados que terminaban en pase de pecho; arrancando “olés” y aplausos del respetable que se había metido en el bolsillo ya con el primer toro.

Alejandro Fermín estuvo por encima del toro, sabiendo llevar las embestidas y aprovechado al máximo los primeros momentos de la lidia, pues al igual que harían el resto de sus hermanos, aprendían muy rápido y los últimos pases no eran fáciles para ninguno de los figuras.

En el segundo toro y sexto de la tarde volvió a recoger el máximo trofeo, reclamado por el público al que la presidencia no pudo negarse.

En cuanto al ya veterano Antonio Ferrera, salió de nuevo al albero con un capote verde con las vueltas también del mismo tinte, aunque un poco más claro, al igual que lo hiciera el pasado 14 de julio en la Monumental de Pamplona como único espada.

El extremeño recibió al 23 de Valiente con unos embarullados pases de capote intentando templar al animal, haciéndose daño en una mano tras un tirón de capote enganchado por el astado. Con el caballo pidió el cambio de tercio con una sola entrada a las varas.

Tras brindar al público, Ferrrera tuvo que luchar con un adversario que nada quería saber del engaño, actuando el toro de una forma desinteresada y atento al que sucedía en la grada, pendiente incluso de escuchar a la llamativa banda de música que mandó callar el diestro para lograr la máxima concentración del toro.

Una decisión muy acertada, pues al quedar la plaza en silencio y sin ningún aficionado sin conocimiento andando por las gradas en el momento de la lidia, toro y torero se quedaron solos, un momento mágico en el cual Ferrera pudo sacarle partido a la res, que si hubiera caído en manos inexpertas hubiera tirado de acero sin sacar nada.

Dos pinchazos con acierto a la tercera estocada el respetable pidió una oreja.

Para el tercero de la tarde para Ferrera con el número 34 el presidente del festejo y alcalde de la localidad anfitriona tuvo que sacar el pañuelo verde por su descoordinación en las cuatro patas. En ese momento se intentó volver a meter a corrales pero no pudo ser a no entrar el animal en el camión de nuevo, aquí vino la anécdota de la tarde; Las res desechada se volvió a sacar al ruedo, un espontaneo “con permiso” del director de lidia, Antonio Ferrera, que junto al resto de espadas y cuadrillas permiten dar unos pases al animal. Hasta aquí puede tener un pase, pero ya dejarle una espada y permitirle entrar a matar, fue un acto que sorprendió al aficionado entendido.

Continuando la lidia con el sobrero, se forma una algarabía en el callejón cuando la Guardia Civil se dispone a detener al espontaneo “con permiso” con abucheos del público hacia los agentes de la autoridad, incluso Ferrera interrumpe su faena y se une a la bronca en defensa del maletilla intruso, incluso llegando a darle un abrazo. Un gesto que puede ser simpático pero que no permite el reglamento taurino, debiendo el director de lidia ceñirse al mismo o al menos no ser tan descarado y dejando su actividad en paréntesis para atender una jerga de callejón.

Tras este incidente o anécdota, Antonio Ferrera se puso ya serio y pensando en los que habían pagado su entrada, recibiendo con la capa a su sobrero sentado en la barrera a una res que respondía muy bien con una embestida clara y de calidad, pero al igual que sus hermanos pronto aprendió y dejó la embestida para volver al despiste y la sumisión.

Ferrrera quiso adornar con repetidos cruces y postureos volviendo a mandar callar a la banda de música para repetir la hazaña del anterior; logrado de esa forma buenos resultados aunque en breve tiempo. Consecuencia: acierto a la tercera estocada con una oreja.

Nada que destacar por parte de El Fandi en su primer toro salvo por una buena estocada final y su buena habilidad en la puesta de banderillas, sobre todo a la postura de modo violín a la que ya tiene acostumbrados a sus seguidores, y la que el respetable le concedió dos orejas que se las generaría con el capote, ya que con la muleta no acabó de cuajar, separándose demasiado de su adversario mostrando una falta de simetría entre toro y torero.

Con el segundo pudo estar más a la altura de las circustancias, recibiendo de rodillas con el capote seguido de chicuelinas.

Tras unos bonitos pases con la muleta el tiempo que tardó en desengañarse el cornúpeta, tuvo que matar pronto, aunque intentó El Fandi actuar como su antecesor Ferrera, sin suerte o no saber entender al animal, con el resultado de la rápida entrada de acero con media estocada al no responder el toro al envite al echarse encima el torero. Fue suficiente para rodar por el suelo quedándose solo con la ovación del público

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