BéJAR
Actualizado 10/07/2022 10:54:37
David Sanchez

Un proyecto ideado por integrantes de la Escuela de Ingeniería de la localidad textil consigue aplicar la impresión en tres dimensiones para crear tejidos humanos

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”. Estas palabras las pronunciaba el replicante Roy en el final de la película ‘Blade Runner’, la cinta de ciencia ficción de los años 80 que dirigió Ridley Scott. En ella, la futura sociedad había logrado un hito histórico: fabricar “humanos artificiales” gracias a la bioingeniería.

Pero lejos de la imaginación literaria y de las enrevesadas tramas cinematográficas, la realidad de nuestro tiempo nos demuestra que los avances tecnológicos permiten, hoy en día, crear elementos que pueden significar un cambio en la sociedad y en la sanidad. Ese futuro innovador pasa en este 2022 por la ciudad de Béjar.

La Escuela de Ingeniería ha estado trabajando durante estos últimos meses en aplicar la tecnología en una novedosa técnica que puede revolucionar la investigación sobre los tejidos del cuerpo humano. El profesor Andrés Sanz García y el investigador Armando González Muñoz, junto a los alumnos Borja Gómez Colmenar y Daniel Sánchez García, están detrás del “Sistema integral de BIOimpresión 3D Multi-material de tecnología DLP-LCD (BIOM)”. Su idea ha tenido el reconocimiento de la Junta de Castilla y León, que eligió la idea como ganadora del premio regional ‘Vivero Universitario de Promotores Empresariales’, el cual aportará 6000 euros para continuar con su desarrollo.

¿Pero de qué estamos hablando concretamente? Andrés Sanz García explica que “todo el mundo conoce lo que es una impresora 3D. Pues una bioimpresora en tres dimensiones es lo mismo, pero que puede imprimir células humanas. Nosotros hemos trabajado en dos tecnologías clave, que hemos fusionado para crear una máquina con mayores capacidades y que pueda ser usada en este tipo de investigaciones”. Una demostración también de los nuevos horizontes de la Escuela, que rompe la tendencia generalizada de que las enseñanzas están sólo enfocadas al mundo industrial.
Para el equipo de trabajo “nuestro proyecto abre unas líneas de investigación muy punteras y tenemos la esperanza de que en los próximos cinco años podamos hacer cosas importantes en este campo”. Esta nueva herramienta será testada en los próximos meses en un laboratorio de Valencia. Precisamente, el trabajo que ya venía realizando el profesor Sanz con laboratorios sanitarios fue el germen de esta idea.

“Necesitaban una máquina con una mayor flexibilidad, vimos que no había soluciones que nos pudieran aportar lo que necesitábamos y que existía una clara demanda por ello, así que decidimos dar el paso y desarrollar por nosotros mismos la idea” señala el investigador salmantino, recalcando que esta tecnología es pionera en nuestro país y que ahora es reconocida con este galardón.

Algo que ayuda a seguir adelante con el trabajo como nos comenta Armando González Muñoz “siempre está bien que te valoren y ayuda a esforzarte más para seguir desarrollando la máquina y meter muchas horas en la investigación que realizamos”. Junto a ellos, dos alumnos del centro universitario bejarano han estado trabajando mano a mano para que esta idea cristalizara en el prototipo que es en la actualidad. Borja Gómez Colmenar, estudiante del grado de electricidad y electrónica y que, tras ponerse en contacto con Andrés Sanz, entró al equipo con el fin de “desarrollar un sistema de bioimpresión de alta resolución y lo que hicimos es modificar un proyector comercial para conseguir una mayor resolución, es decir, tener un píxel más pequeño y por tanto al solidificar los genes conseguir que fueran más pequeños y crear los vasos vasculares que tenemos en ellos”. Una experiencia muy enriquecedora para el alumno “porque hemos creado una máquina desde cero”.

Con el mismo orgullo habla el director del centro, Alejandro Reveriego, que destaca que estos reconocimientos sirven para poner en el mapa nacional a la Escuela de Ingeniería y el trabajo que realizan a diario los docentes de la institución académica: “es una forma de publicitarnos, de mostrar lo que hacemos aquí. De esta manera podemos llegar a jóvenes que vean Béjar como una opción donde cursar sus estudios”.

Sin olvidar el pasado textil, la Escuela de Ingeniería de la ciudad al sur de la provincia encabeza la innovación demostrando que en este siglo XXI, el talento sigue muy vivo dentro de las paredes del edificio de la Plaza de Santa Teresa.

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