OPINIóN
Actualizado 25/06/2022 09:54:27
Eusebio Gómez

“Gustad y ved qué bueno es el Señor” (Sal 34, 9).

Es la oración un lugar especial para gustar y saborear al Señor.

Por eso es importante abrirse a Dios, dejarse guiar por el Espíritu, tener una experiencia fuerte del Dios vivo. Es cierto que la experiencia sólo se consigue con la práctica, pero no se puede caer en una repetición de fórmulas frías.

Quisiéramos tener la familiaridad con que Abrahán intercede ante Dios a favor de los habitantes de Sodoma; la confianza del orante que grita al Señor; la gratitud de María que proclama la grandeza del Señor; el celo de Pablo que pide al Padre que robustezca a sus hermanos; la paz de Simeón porque sus ojos han visto la salvación de Dios.

El ser humano que ha recibido el don de la fe y vive en gracia y de la gracia de Dios, se convierte en acogida, gratuidad y servicio. Viviendo la gracia es como se logra la experiencia del Dios de Jesucristo.

Lo mismo ocurre en el ámbito religioso. Existen motivos para creer en Dios, pero hay que descubrirlos. Cada uno tiene una experiencia de Dios.

En la Historia de la Filosofía es clásica la pregunta sobre la existencia de Dios. Es cierto que en muchas épocas de la historia, la disposición para creer se ha ido apagando. A partir de la Edad Moderna adquirió fuerza el empirismo

Es la experiencia de Dios la que compromete con una fe que actúa por medio del amor, la que nos abre al Espíritu. A partir de los signos de los tiempos el Espíritu impulsa a anunciar la Buena Nueva y ser testigo de Dios.

Experiencia de Dios en la Biblia. La experiencia espiritual en la Biblia se centra en la relación con Dios. El creyente se pregunta cómo y dónde puede encontrar al Señor y como puede discernir su voluntad. Al Pueblo de Israel le interesa, sobre todo, comprender los acontecimientos históricos promovidos por Dios. “La experiencia de Israel, histórica, se alimenta del recuerdo y de la tradición y revive sobre todo en la liturgia (B. Maggioni).

El Dios de la Biblia se revela en la naturaleza y en los acontecimientos de la vida (Rm 1, 18-23). Esta experiencia la percibe la persona, el grupo o el Pueblo. La experiencia que se tiene es de un Dios amigo y salvador que ofrece su Reino a todos, donde los privilegiados son los pobres. La experiencia está no en aprender muchas cosas sobre Dios, sino encontrarse con él, como sumo gozo y bieniño tenía el vicio de chuparse el dedo. Los padres no sabían cómo quitar esta manía. Un día vino una familia a visitarles y el hombre dijo al niño:

- “¿Está bueno?”

- “¿Quiere usted probarlo?”

Vivimos en un mundo de experiencias. El ser humano, desde que nace, recibe, por experiencia, casi todos los conocimientos de la vida, de las cosas, de lo que acontece.

Lo mismo ocurre en el ámbito religioso. Existen motivos para creer en Dios, pero hay que descubrirlos. Cada uno tiene una experiencia de Dios.

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