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COMARCA
Actualizado 20/06/2022 10:04:33
Adrián Martín

Los matadores Álvaro de la Calle, Esaú Fernández y el aprendiz Cristiano Torres no defraudaron a los santeños en una tarde oscura tan solo en el cielo

La tarde del domingo se fue estropeando tras comenzar soleada, a medida que se acercaban las siete de la tarde, hora en la que los diestros ponían un pie en el albero de la portátil de Sanctis, el cielo amenazaba con nubes negras que contrastaban con los espléndidos días pasados de temperaturas estivales.

No obstante, todo quedó en una mera amenaza con algún amago de lluvia que apenas duraba unos minutos en la prenda que caía.

Comenzó el festejo sin picadores no sin antes el presidente del festejo e hijo del pueblo, Ramón Sánchez, dedicara un minuto de silencio al empresario taurino, apoderado y novillero en su juventud, Roberto Espinosa, fallecido recientemente a los 84 años tras una corta enfermedad.

Abrió puerta el salmantino Alvaro de la Calle, que todavía le dura el buen sabor de boca de la forzada encerrona con cinco toros en Las Ventas el pasado mes de abril, tras el percance del extremeño Emilio de Justo.

El primero de El Sierro de Sepúlveda salió con falta de fuerzas empeñado de la Calle en bajarle la muleta, obligando al animal a hacer un sobre esfuerzo para tenerse en pie, cosa que hacía con más comodidad cuando le levantaba la mano un poco. Dos veces se quedó desarmado Álvaro en su faena, acertando con el acero a la primera estocada a la izquierda, no atreviéndose con el descabello y esperar demasiado tiempo a que el animal doblara por sí solo. Una oreja

En el segundo del veterano salmantino dio unos pases con el capote recibiendo de rodillas tras ya recorrido el cornúpeta tres veces la Plaza.

El 67 de Castraz, con más presencia que su hermano, dio paso para que de la Calle pudiera demostrar su saber con una larga tanda de pases naturales con mano izquierda y derecha que remataban en pases de pecho.

Para terminar, unos pases en redondo a pie quieto aprovechando la buena embestida del astado. La suerte de matar llegó al segundo intento quedando visible una cuarta del acero.

Dos orejas pidieron el respetable bajo la concesión del presidente, que portó la hija del diestro acompañando a su padre en la vuelta al ruedo

Llegó el turno para el sevillano Esaú Fernández, que en su primero estuvo acertado con los primeros lances de capote, con la muleta estuvo suelto dando largos pases en redondo ante un 53 de El Sierro que embestía fielmente al engaño sin distracción alguna.

Abusó de los últimos minutos sobrando la demostración torera. Más de media estocada un poco a la izquierda hizo doblar las rodillas al novillo concediendo el respetable dos orejas.

El segundo novillo más pequeño que el primero marcado con el número 66, lo brindó al Alcalde de la localidad Bienvenido Garduño.

Unos pasos de capote con poca sal y unos pases de largo naturales con salida larga, pudieron Esaú lucirse en un primer momento. De repente el 66 dejó de pelear, así por arte de magia decidiendo el Sevillano a coger rápidamente el acero, para dar por terminada la faena con un buen acierto con la espada tras dos primeros intentos.

Una oreja.

Fue el turno con el tercero de la tarde para el aspirante a torero Cristiano Torres, alumno de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca.

Puso en práctica todo lo aprendido en la escuela. Los nervios hicieron que con el capote estuviera un poco separado.

Con la muleta pudo defenderse mejor, llamando al novillo desde lejos con respuesta. Al igual que sus predecesores el toreo en redondo fue lo más utilizado por el aspirante a torero.

La suerte a la hora de entrar a matar estuvo de su parte, acertando a la primera estocada, bien en el medio con una ligera tendida que dio una muerte digna a la res.

Una oreja.

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