La MGF es una forma de violencia de género que afecta a millones de mujeres y niñas en todo el mundo, una práctica que solo tiene consecuencias negativas en la vida de las mujeres y que no tiene ningún tipo de justificación válida. Por ello, debe ser erradicada mediante la prohibición, prevención y educación.
Autora: Karima Oudriss Campoy. Defensora de los derechos humanos.
“Las Mutilaciones Genitales Femeninas son aquellas prácticas que comprenden todos los procedimientos que involucran la escisión parcial o total de todos los órganos genitales externos de las mujeres o cualquier daño a los genitales femeninos, sin que haya motivos médicos o de salud” (OMS)
Existen diferentes tipos de Mutilación Genital Femenina (en adelante, MGF), que son determinados en función del área geográfica en la que esta práctica se lleve a cabo. Los tipos son los siguientes:
a. Tipo I. Clitoridectomía: extirpación parcial o total del clítoris y/o prepucio.
b. Tipo II. Escisión: extirpación parcial o total del clítoris y labios menores (posibilidad de extirpación de los labios mayores)
c. Tipo III. Infibulación: sutura o cosido de los labios menores y/o mayores para alcanzar el estrechamiento del orificio vaginal. Es la forma más severa y con mayores consecuencias.
En este tipo de MGF, cuando la mujer es penetrada por su cónyuge o alcanza el momento del parto debe ser desinfibulada y reinfibulada posteriormente.
d. Tipo IV. En este apartado se engloban aquellas prácticas que lesionen los genitales sin ningún tipo de motivo médico o de salud.
En cuanto a la incidencia de la MGF, las estadísticas de UNICEF cifran en unos 200 millones de mujeres y niñas que han sufrido esta práctica. De dichos datos, cabe destacar que unos 44 millones son niñas menores de 14 años.
Se trata de un problema a nivel mundial, encontrando casos de mujeres y niñas que han sufrido esta práctica en todas las regiones del mundo, fenómeno causado por los movimientos migratorios. La realización de dicha práctica no se encuentra relacionada con ninguna religión, practicándose en varias de ellas; pero deriva de determinados grupos étnicos concretos, lo que nos confirma que dentro de un mismo país tampoco se realiza por igual.
Las zonas con mayor incidencia son, en líneas generales, Etiopía, Egipto e Indonesia, dándose en países de Oriente Medio y África Subsahariana; existen ciertas comunidades concretas en países de América Latina en las que esta práctica también tiene una gran presencia, como Perú, México, Colombia o Brasil, entre otros.
Las edades de las niñas a las que se les realiza la mutilación varían en función de las zonas geográficas y de la situación legislativa de la zona de residencia o práctica. Generalmente, oscilan entre 4 y 14 años (paso de la niñez a la vida adulta), es decir, antes de la menarquía, pero debido al intento de ocultar dicha práctica a las autoridades, así como para disminuir la resistencia de la niña, cada vez se realiza a una edad más temprana. En algunos casos, se realiza a niñas recién nacidas.
Las MGF son realizadas por mujeres consideradas curanderas respetadas que, en realidad, no tienen ningún tipo de capacitación médica. La práctica es llevada a cabo y defendida mayoritariamente por mujeres, que desestiman las consecuencias nocivas que tiene para las niñas, primando el valor social.
Un aspecto que ha favorecido su mantenimiento en el contexto e, incluso, su “legitimación” a nivel social, es la medicalización de la práctica, mediante la mutilación realizada por equipos médicos, lo que le aporta una apariencia de seguridad.
Los mitos que sustentan la MGF son tan variados como aquellas comunidades en las que se practican, ya que cada una le da un valor diferente y fundamenta esa práctica en razones completamente distintas, práctica que no tiene ningún tipo de justificación válida.
La práctica se sustenta en diversas “justificaciones”, entre otras: como rito de paso a la edad adulta con su debido reconocimiento social, presión social caracterizada por mensajes del entorno confusos y leyes poco rigurosas, como ritual de “purificación” espiritual eliminando la “impureza” que suponen los genitales femeninos y evitando el castigo divino, comprensión del clítoris como amenaza tanto para el cónyuge como para el futuro hijo, por motivos “estéticos”, como amenaza para el honor familiar, ya que la presencia del clítoris creen que implica en la mujer un descontrol sexual que impide llegar virgen al matrimonio, saliendo así del “mercado matrimonial” y, por ende, perdiendo el respeto de la comunidad de referencia.
Las MGF constituyen una forma de violencia de género y no tienen ningún tipo de beneficio, por el contrario, solo tiene consecuencias negativas, entre ellas, la muerte.
Las consecuencias negativas las encontramos a corto, medio y largo plazo, derivadas también de las condiciones tanto del contexto como de la persona a la que se le realiza la mutilación; entre ellas, encontramos: shock, infecciones, enfermedades de transmisión sexual, hemorragia, dolor, fracturas, anemia, esterilidad derivada de las infecciones, complicaciones genitourinarias, mala cicatrización, problemas sexuales, partos de riesgo, aumento de mortalidad infantil y consecuencias psicológicas (ansiedad, baja autoestima, sentimiento de sumisión, etc.)
Como observamos a lo largo del presente documento, la MGF es una forma de violencia de género que afecta a millones de mujeres y niñas en todo el mundo, se trata de una problemática global, práctica que solo tiene consecuencias negativas en la vida de las mujeres y que no tiene ningún tipo de justificación válida. Por todo esto, debemos dar respuesta a dicha práctica mediante la prohibición, prevención y educación.