No soy mucho de ciencia ficción aunque sí de sueños y cuentos de hadas. Cuando me invitan a escribir o hablar, lo hago de mis vivencias.
Evidentemente este sábado veintiocho ha sido una de las más importantes de mi vida cuando mi hija Paula se ha graduado en Medicina.
Las otras dos son Beatriz que el próximo año si Dios quiere se graduará en psicología y Clara que lo hará en bachillerato.
Es superficial hablar de logros en estudios. El cariño es incondicional y el orgullo de padre incontrolable. Dice mucho aquello a lo que quieren dedicar su vida.
Toda intención es respetable si busca el bien común. Todo no lo es el dinero y la fama en las redes. Me resulta difícil entender que esa sea la vocación de un médico, psicólogo, educador, maestro, etc.
El dinero se necesita para este sistema de bienestar. Pero hay prioridades mucho más importantes como la de ser padre.
Cierto es que la experiencia de padre descubrió todos los miedos que no había conocido. Pero el antídoto es la educación y la confianza en ellas. No quiere decir que sea un buen padre o un buen educador aunque haya dedicado la vida a ello.
Mi experiencia en la atención a muchas familias me invita a pensar que no sólo es el azar, la genética, la sociedad. Quiero pensar que los momentos de calidad y también los difíciles compartidos tienen algo que ver en la formación de la personalidad.
No hay garantías eternas para la felicidad de tus hijas, ni depende sólo de los padres. Tienen que volar y encontrar la libertad para encontrarse a sí mismas.
En mi caso he compartido muchos momentos de deporte, de viajes, de naturaleza, de lectura, de estudio y el proyecto ecosocial de la Casa Escuela Santiago Uno donde creo que han ampliado su visión de mundo. Han admirado y querido a niños y jóvenes que parten de situaciones de desventaja, en Salamanca y en Marruecos.
Su madre desde luego es la más importante y siempre le estaré agradecido por ser infinita para sus hijas.
Yo las estoy acompañando más de lo esperado, en su primer año de carrera superé un aneurisma milagrosamente y hoy alucino al verlas como las maravillosas mujeres que son. Hace tiempo que mis sueños son los suyos. Puedo vivir siete vidas con el álbum de fotos de mi mente y mi corazón.
Hoy podría morir más tranquilo. Pero tampoco tengo prisa. Gracias familia.