Lo importante es el lenguaje. No tenemos más que ver lo que sucede en la mayor parte de la prensa del país, que es progresista, roja, de izquierdas o como queramos llamarla. A esta prensa se le llena la boca todos los días de ataques a la derecha y la extrema derecha o ultraderecha —que en esto no son unánimes— mientras no usan la expresión ultraizquierda o extrema izquierda ni de casualidad para referirse a las ideologías de signo contrario,
Esta prensa y sus corifeos, ya sean políticos, tertulianos o articulistas, lo más que se atreven a hablar es de la izquierda de la izquierda, si no le queda otro remedio, o de grupos a la izquierda del PSOE, como si esa suavización léxica quitase peligrosidad o virulencia a la radicalidad política de esos grupos. No tenemos más que verlo en este proyecto de Frente Amplio que encabeza la vicepresidente Yolanda Díaz y que los medios de comunicación tratan como de una simple alternativa al partido socialista y no de un batiburrillo de todos los izquierdistas que en otra época se hubiese denominado Frente Popular y que ya no se lleva por las connotaciones negativas del término.
Según esta prensa y el estado de opinión que la apoya sólo hay extremismo en un lado de la balanza política, haya dado o no pruebas de ello, mientras que en el otro lado predomina un buenismo izquierdista en el que si acaso sólo hay matices,
Según este lenguaje que se nos quiere imponer, no hay pues extrema izquierda, salvo algún despiste en la denominación referido a grupos extranjeros. Así, el mismo día en que un medio español se refería a la izquierda del PSOE para aludir a estos grupos, se le escapaba lo de extrema izquierda para aludir a Jean-Luc Mélenchon, claro que se trataba de un político francés y no de ningún compatriota.
El lenguaje, decíamos al principio, es lo importante. Y el uso de él para blanquear a la extrema izquierda y para demonizar a la derecha busca crear un estado de opinión en la que unos son siempre moderadamente buenos, mientras otros resultan salvajemente extremistas, Más claro agua.
Enrique Arias Vega