OPINIóN
Actualizado 07/05/2022 09:15:29
Tomás González Blázquez

El contrato suscrito permitirá el desempeño de actividad asistencial, que deberá ser supervisada por los profesionales de plantilla, y podrá prolongarse por sucesivos períodos de tres meses hasta un máximo de doce.

Esto se lee en el Boletín Oficial del Estado, concretamente en el Real Decreto-ley 30/2021, de 23 de diciembre, por el que se adoptan medidas urgentes de prevención y contención para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19. Y entre esas medidas, se autoriza de forma excepcional y transitoria a las comunidades autónomas, al Instituto Nacional de Gestión Sanitaria y al Ministerio de Defensa, la contratación de aquellos profesionales sanitarios incluidos en el ámbito de aplicación de los párrafos b), c) y d) del artículo 8 del Real Decreto 459/2010, de 16 de abril, por el que se regulan las condiciones para el reconocimiento de efectos profesionales a títulos extranjeros de especialista en Ciencias de la Salud, obtenidos en Estados no miembros de la Unión Europea.

Lo anterior es la justificación legal en la que SACYL se ampara ante los que han protestado por la oferta de empleo cuyo cartel (no dispongo de letra pequeña) ilustra mis palabras de hoy. Sería muy cínico por mi parte hacerme de nuevas ante una realidad preexistente a este cartel en el que ofrecen trabajo de lo mío, porque muchos de los de dentro ya llevamos bastante tiempo viviéndolo y denunciándolo, también desde esta modestísima columna. Como es cínico leer esto en clave partidaria, ya que el fondo de la cuestión, es decir, la degradación absoluta de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, es la escapatoria que vienen eligiendo gestores sanitarios españoles de gobiernos de diferente signo político en distintas regiones. Se ve que para ser médico de cabecera no importa bajar el listón de las exigencias formativas, así es como nuestro sistema sanitario cree en la Atención Primaria. Incluso necesitando, se supone, relevo en esta especialidad, por el aluvión de jubilaciones que ya ha comenzado, la oferta de plazas MIR que ahora se están adjudicando incluye dos menos que el año pasado (2338 en 2021 de los que luego renunciaron 61, 2336 en 2022). Parece más apetecible homologar títulos que completar procesos de cuatro o cinco años, hacer tabla rasa que primar y estimular (¿en qué quedó aquello de las “plazas de difícil cobertura”?).

Por no repetirme, y aunque no hay rastro ni de excepcionalidad ni de transitoriedad en la campaña publicitaria de SACYL, me ha llamado la atención que el BOE sí nos obliga a los profesionales de plantilla a supervisar la actividad de estos compañeros, que lo son, sin duda, y yo así los acojo (sin “plan de acogida”, que quede claro; me sale natural). Precisamente en junio de 2020, cuando expiraba aquel primer estado de alarma luego declarado inconstitucional, SACYL contrató sobre la bocina a algún médico recién examinado y pendiente de iniciar su formación MIR. Los “profesionales de plantilla” consultamos entonces a nuestra dirección médica si debíamos supervisar: silencio. Estruendoso silencio. Y… supervisamos, porque se dieron las circunstancias para hacerlo.

Ahora no se dan, basta leer el cartel publicitario de Sr. Sacyl: “Salario bruto anual… más tarjetas sanitarias atendidas”, por lo que van a desempeñar labor de médico de cabecera (ya lo están haciendo). Esas mismas tarjetas sanitarias atendidas que no se pagan a los médicos de área cuando desempeñan por largo tiempo la función de médicos de cabecera que no tienen sustituto o en plazas vacantes. Entonces, ¿cómo se supervisa a un médico de cabecera? ¿Acaso es eso posible? Cualquiera que conozca el terreno sabrá diferenciar entre la ayuda mutua entre colegas, el compañerismo médico, y una disposición de un Real Decreto-ley completamente irrealizable. Salvo que para eso, para supervisar, para mirarnos desde lo alto de los despachos, vayan a servir las cámaras y monitores que se van instalando en unos centros de salud en los que cada vez trabajamos menos médicos y en los que, con los brazos abiertos, esperamos a los que están a punto de completar su formación MIR después de cuatro años tan apasionantes. Porque si conocen la Medicina Rural, a pesar de los pesares, se van a enamorar para siempre.

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