OPINIóN
Actualizado 25/04/2022 09:03:54
Jesús Garrote

Después de una vida en las Escuelas Pías hago memoria. Empecé en séptimo de EGB en el internado del Calasanz de Salamanca con trece años allá por el 1980.

Recuerdo al padre Antonio Lora como director de internos y al padre Enrique Sánchez como director del colegio.

Pronto empecé a disfrutar del voluntariado de los entrenadores de baloncesto, de catequistas o de los monitores del grupo scout.

A los dieciséis años ya estaba como monitor con los lobatos. Desde ahí fuí aprendiendo de naturaleza , convivencia y asunción de responsabilidades.

Mientras hice mi carrera de Biología iba aplicando lo que aprendía en los scout. Acabé la carrera y me fuí unos meses a Perú, en Arequipa colaborando en una posta médica y en un comedor animando a niños con danzas scout.

A la vuelta ya empecé dando clases en la formación profesional de Lorenzo Milani. Poco después me ofrecieron ser educador en la residencia en voluntariado y a eso he dedicado mi vida.

Viví muchos años con los chicos y allí nacieron dos de mis tres hijas. Los educadores trabajábamos fuera y estábamos de voluntarios en la casa con alojamiento y comida. Estudiábamos o trabajábamos o las dos cosas. Yo por entonces estudiaba medicina y luego hice terapia familiar para ser más profesional en las intervenciones con los alumnos.

Actualmente está profesionalizada la educación y la integración social al igual que las clases de formación profesional. Somos noventa trabajadores para seiscientos alumnos y doce viviendas de protección.

Los educadores de las casas escuela hacemos en voluntariado un fin de semana gratis al mes y quince días en verano en Marruecos con los chicos o en Salamanca.

Tenemos habitualmente más de cuarenta voluntarios y estudiantes en prácticas además del voluntariado que hacemos los trabajadores.

El voluntariado da un plus de familia. Permite que los chicos sientan que se les quiere, que se hace desinteresadamente. Compartimos nuestra vida y la de nuestras hijas con ellos.

El mayor beneficio siempre es para los voluntarios. Vivimos la diversidad, la interculturalidad, nos educamos con ellos, compartimos la alegría y el dolor.

Por lo tanto no ha habido mejor educación para mis hijas.

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