Mi historia con la Semana Santa viene desde niño en mi pueblo. Era de los de leer en Misa. Por lo tanto, sí soy creyente.
Soy crítico con la parte jerárquica de la Iglesia. Pero busco la Fe que es un consuelo y esperanza, en los momentos difíciles ante miedos e incertidumbres.
Ha coincidido rara esta Semana Santa después de las restricciones de la pandemia. Hemos tenido la final a cuatro de mi hija Clara del Avenida junior de baloncesto en la que han quedado terceras y van al campeonato de España, después de dos intentos lo han conseguido. Es motivo de orgullo y lo hemos pasado muy bien viéndolas competir. Volvemos a certificar el gran valor educativo del deporte en equipo.
Esta competición nos ha condicionado la asistencia a procesiones y la vivencia en los pueblos.
Por otra parte, ha permitido que veamos alguna procesión de Salamanca. Me han impresionado el Cristo del Amor y de la Paz y la Virgen de las Angustias con esas espadas representando el dolor, con la torre de la Catedral al fondo en un atardecer, es una imagen muy evocadora.
Viendo las calles llenas de gente, de jóvenes y de arte representativa de unas creencias, parece que representa la importancia de una historia a conservar y cuidar. No sólo por el valor económico del turismo sino sobre todo por un legado espiritual.
Cuando los sermones quedan tan lejos de los jóvenes que no encuentran una alternativa clara a la Fe. Yo denotaba un respeto en los que esperaban con paciencia las imágenes, los que las llevaban a hombros y los chicos y chicas de las bandas. Parece haber relevo en las cofradías aunque algunas imágenes no hayan podido salir por falta de costaleros.
También me revela con los antitodo. Los que hablan de quitar la Semana Santa en Sevilla o que reinterpretan anacrónicamente la historia. Suelen ser personas muy ajenas a la mayoría de la realidad cultural de las clases más populares.
Para que pueda haber una cohesión social hace falta una transición cultural construida desde una escuela inclusiva e intercultural.
Aborrecer todo lo que tenga que ver con la religión es una postura simplista porque el hombre tiene una dimensión espiritual que necesita cultivar de una u otra forma.
El arte de los pasos de Zamora que son los que más conozco, de Salamanca donde he sido sorprendido, o una saeta al Cristo de los gitanos o a cualquier Virgen en Andalucía provocan emoción y trascendencia.