La belleza radica en la autenticidad de todos los seres humanos y aceptarnos, tal y como somos y no como los demás quieren que seamos...
Había una vez un rey que había plantado cerca de su castillo toda clase de árboles, plantas y flores. Su jardín era de una belleza resplandeciente.
FABULA
Menesik
Cuando el horizonte anunciaba que otro día iba estaba naciendo, el rey Manesik después de haber tomado té y pastelitos de nata, vestir lujosas ropas y que el lacayo le perfumara con aromas orientales. Sale a pasear por él más hermoso jardín de su reino: es una alegría poder disfrutar de aromas únicos.
Cierto día tuvo que partir a lejanas tierras. A su vuelta, se apresuró a visitar su añorado jardín. Se quedó desolado viendo que plantas y árboles estaban a punto de secarse.
Se dirigió al pino, -antes de su partida- majestuoso, alto y lleno de vida, le preguntó que le había pasado. El pino le respondió jadeando respondió:
—Señor, he guardado al manzano dándole sombra, entonces me dije -yo nunca produciré los frutos sabrosos que cuelgan de sus ramas- Me he entristecí y comencé a secarme.
El rey fue a hablar con el manzano:- ¡Oh dios! si está mustio... Manzano ¿Qué te ha ocurrido en mi ausencia?
—Majestad contemple la belleza de las rosas, percibí su perfume, me dije que por muy sustanciosas que fueran mis manzanas, jamás serían tan bello y agradable mi aroma como el rosal. Y seguí pensando
¡Qué pena no ser un arce, vive cercano al lago, sus hojas cambian de color según les de la luz, y en invierno son de un verde luminoso. En mis condiciones, ¿para qué vivir y hacer que las flores se abran? Y pensé que debía dejar secarme.
Prosiguiendo su exploración, el rey se dio cuenta que una humilde campanilla blanca, no estaba marchita.
Le preguntó qué había hecho para seguir viva. Inclinó la cabeza.
—Alteza –dijo- al comienzo estaba desolada. Supe que nunca tendré la majestad del pino que mantiene su verdor todo el año; ni el perfume y refinamiento de la rosa. Y comencé a morir, pero sobre mí se posó una cantarina abeja para absorber mi néctar y dije: Si el rey, que es rico, poderoso y sabio, hubiera querido otra planta en mi lugar, la habría plantado. Si no mandó a los jardineros reales que me arrancaran es porque me acepta tal como soy. Y a partir de ese momento, decidí ser lo más bella posible.
Reflexión:
Ser auténtico no es “ser como soy” –y que los demás me aguanten porque “así soy”–, sino que uno ha de dar lo mejor de si mismo. No lo consideren, fingimiento, ni hipocresía; todo lo contrario: es fidelidad a la propia identidad, coherencia profunda con uno mismo, y verdadero amor .No podemos olvidar que somos únicos e irrepetibles. Cuando buscamos elevar nuestra situación, nuestra manera de ser, estamos actuando de acuerdo con nuestra naturaleza, que tiende hacia lo mejor. El ser humano no es un ser “ya hecho”, puede y debe perfeccionarse por medio de su inteligencia y voluntad. Al alcanzar ese estado, o luchando por conseguirlo, seguimos siendo nosotros mismos. No estamos actuando ni representando un papel que no nos corresponde
NOTA:
Auténtico deriva de la palabra latina authenticus que significa “original” que responde a sí mismo. No es una imitación de algo que ya existe, por el contrario nos aceptamos como somos. Ser resilientes, fiel a sus ideas, pensar con convicción y actuar siempre coherentemente.
Isaura Díaz de Figueiredo