NACIONAL
Actualizado 12/04/2022 11:07:47
EP

La Audiencia Nacional destaca en la sentencia la "alta peligrosidad" de la "determinación" de Murillo que, además, no podrá tener armas durante 8 años

La Audiencia Nacional ha condenado a siete años y seis meses de cárcel a Manuel Murillo, el hombre que propuso terminar con la vida del presidente del Gobierno, al tiempo que ha destacado su "fijación inquebrantable" y su "voluntad de dar fin a la vida" de Pedro Sánchez "para producir un cambio en la situación política española".

En una sentencia de este lunes, la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal impone a Murillo dos años y seis meses por un delito de homicidio en grado de proposición y cinco años de prisión por depósito de armas de guerra. Además, le condena a ocho años de privación del derecho a la tenencia y porte de armas.

El fallo se remonta al inicio de las amenazas, fijado en la participación de Murillo en el grupo de WhatsApp 'Terrasa por España' en el que, a partir de junio de 2018, comenzó a publicar mensajes en los que se manifestaba en contra de la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos.

Ya en ese momento, el acusado lanzó sus primeros avisos: "Si es preciso me voy a ir armado y me sentaré en la tumba de Franco y si se me acercan disparo. Si tocan a Franco sugiero que empiece la guerra otra vez por nuestro honor (...) Y esta vez no dejaremos ni uno".

Esos mensajes fueron virando hacia un objetivo claro con el paso de los meses. "Al Sánchez hay que ir a cazarlo como un cuerno (ciervo) y poner la cabeza en la chimenea. Tantos cazadores en España y ninguno tiene cojones. Solo matan pobres animalitos que no rompen España, a este sí que hay que cazarlo", sostenía en sus mensajes en el citado chat.

"Fue interiorizando" la idea del ataque

Como recuerdan los magistrados, Murillo "fue interiorizando que la solución para producir un cambio en la situación política española pasaba por causar la muerte del presidente del gobierno, para lo que se empeñó en requerir ayuda para llevarlo a cabo". Así las cosas, se llegó a mostrar consciente en sus mensajes de que para "volar cabezas" había de haber "más organización" con tal de causar "terror".

Además de sus manifestaciones, el tribunal ha valorado como circunstancia de la alta peligrosidad de Murillo todas las armas que le fueron incautadas: en total, 13 reglamentarias y 7 prohibidas, entre las que se encuentra un arma de guerra, el fusil CETME que hasta hace bien poco fue el arma insignia del ejército español.

Sin embargo, y a pesar de su considerable arsenal y sus constantes amenazas, la Sala destaca lo improbable de que lograse "atentar contra la vida del presidente del Gobierno". "La ideación del acusado estaría próxima a lo descabellado y por ende ante una propuesta no creíble ni en consecuencia factible", reconocen los magistrados.

Su afición desde hace años era el tiro

El fallo admite que no hay un plan definitivo pero asegura que existe "una circunstancia que es indicativa de la alta peligrosidad que supone la determinación adoptada por Murillo". En concreto, se refiere a "el arsenal de armas intervenidas al mismo entre las que se encontraron en su domicilio y en el vehículo", sin dejar de obviar "que su afición desde hacía muchos años atrás es el tiro, yendo continuamente a un club a practicar".

Así las cosas, la Sala insiste en que en los mensajes analizados ha quedado acreditado que el acusado "cada vez con más ahínco, expresa con una fijación inquebrantable su voluntad de dar fin a la vida del presidente del Gobierno".

En este sentido, y "por embrionaria que fuera, ya se cuenta con la persistencia, fijación y desvelada determinación del acusado de causar la muerte del señor Sánchez Pérez-Castejón, a lo que hay que unir que disponía del efecto a emplear pues solo tendría que optar por el apropiado, según las circunstancias, entre los que almacenaba, a cuyo efecto recababa de forma reiterada la ayuda que requería en pro de su pertinaz idea criminal".

Descartan la atenuante por consumo de alcohol

Además, el tribunal considera que no se ha acreditado una alteración psíquica por parte de Murillo, rechazando de igual forma apreciar la eximente incompleta de intoxicación etílica plena, así como la atenuante de embriaguez por consumo de alcohol y medicamentos.

El propio Murillo se encargo de recalcar durante su declaración en el juicio y en el turno de última palabra que sus amenazas eran únicamente el resultado de una mala época en la que consumió grandes cantidades de alcohol y de trankimazin, lo que le habría provocado una suerte de "alucinaciones o ensoñaciones".

"Cada vez bebía más, alguna vez había bebido hasta dos o tres vasos de tubos de orujo, cubalibres. Era como los poetas ingleses que se emborrachaban para hacer obras", afirmó el ahora condenado.

Antes de que el juicio quedase visto para sentencia, Murillo aprovechó para pedir perdón por sus "animaladas". "Gracias a la Audiencia que me dejó salir en prisión provisional y he vuelto a trabajar, he continuado mi vida, no me he fugado ni he demostrado ser tan peligroso porque ya prácticamente no escribo whatsapp ni digo más tonterías. Ya me sirvió de buena lección", zanjó.

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