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TOROS
Actualizado 10/04/2022 21:24:41
Redacción

Emilio de Justo, como único espada, trenzaba este domingo el paseíllo en la plaza de toros de Las Ventas frente a seis toros con los hierros de Victoriano del Río, Victorino Martín, Domingo Hernández, Pallarés, Parladé y Palha. A las seis arrancaba el paseíllo. Una ovación de gala fue la que recibió al extremeño en Las Ventas, con el casi lleno de los tendidos en pie para reconocer el gesto.

La solvencia de Álvaro de la Calle se emborrona con el acero en el segundo

Le quedaba la papeleta al sobresaliente salmantino, Álvaro de la Calle, que se encontraba con cinco toros de tremenda seriedad y sin demasiado bagaje en plazas de esta responsabilidad. Y con el colorao de Domingo Hernández que hizo segundo le sirvió para ir acoplándose a la tarde. Muy sueve la embestida del animal, que se violentaba con los enganchones y venía mejor que se iba. Pero ofreció pausa y midió bien la distancia el charro, al que algo más de bagaje le hubiera venido sensacional a su tremenda decisión y su profesionalidad. Y no siempre lo comprendió así un público que había llenado la plaza para ver a Emilio de Justo. Una estocada solvente dio paso al fallo con el descabello que dejó en silencio muy silencioso el ambiente.

Seriedad y suavidad de Álvaro de la Calle con el tercero de Victorino, pitado

Cuando salió el de Victorino, Álvaro ya había arrancado a sudar y era consciente de lo que se jugaba en una tarde como esta. Le ofreció al cárdeno lidia solvente a la humillación tobillera del funo. Un par de remates recortados tuvieron el sabor de ir buscando ya soltar las muñecas. Después, con la muleta, seriedad, sobriedad y suavidad fueron los ingredientes que utilizó Álvaro de la Calle, que desarrollaba su labor entre el viento con pasmosa naturalidad, a pesar de las complicaciones de un animal con el poder muy justo y no digamos la transmisión. Tampoco el público, a quien había brindado y que lo había recibido con cariño para arroparle, pero luego nunca se metió en la labor del torero salmantino, siempre serio y capaz. Pero volvió a faltarle brevedad con el acero y todo quedó en silencio.

Brillo y gusto de Álvaro de la Calle con el extraordinario cuarto de Victoriano del Río

Con una larga cambiada en el tercio recibió Álvaro de la Calle al cuarto, de Victoriano del Río, que luego tuvo poca fijeza a la hora de pegarle lances, pero sí pudo dejarle una chicuelina y una vistosa revolera. También por chicuelinas galleó el charro para colocar al toro al caballo, donde cuajó una soberbia actuación el también charro Óscar Bernal. Mucho mejor embistió el animal después, cuando quiso asentarse a la verónica Álvaro y el animal le colocó la cara con tremenda entrega. Y aún hubo un tercer puyazo, con el toro arrancándose con alegría y el piquero dejando una vara en lo alto. Hubo duelo de quites entre los sobresalientes, Jeremy Banthy y el propio de la Calle, que comprendió que a aquéllo había que ponerle mucha variedad y estar siempre de parte del espectáculo. Y fue aquí cuando Álvaro comprendió que era el momento que había soñado: Madrid, plaza llena y uno de Victoriano del Río extraordinario para repetirle en la muleta. Quietud, serenidad y pausa tuvo un tío que no torea en público en el escenario de sus sueños. Y con el toro que te sueñas, porque pudo ser este cuarto el toro más bravo que haya salido esta temporada. Largo al natural lo llevó Álvaro, que se volcó en la entrega ante la categoría del toro. Algunos muletazos fueron de máximo brillo, ya para exprimir a un toro extraordinario al que le dejó doblones al final de sumo gusto. Muy despacio se tiró a matar para dejar una estocada casi entera que valió para saludar una fuerte ovación, dado que no fue mayoritaria la petición de oreja.

La seriedad profesional de Álvaro de la Calle con el quinto, de Palha, demuestra la solvencia del charro

El quinto, que llevaba el hierro de Palha y se llamaba Santanero, de la reata de aquél del primer triunfo de César Rincón, era de largo el más feo, el más grandón y el peor hecho de la corrida, de la que desentonaba bastante. Igual que lo hacía en el comportamiento, porque nunca quiso pelea, nunca quiso franqueza y siempre trató de hacerse con la presa con zorronas maneras, que hubieran sido insalvables de tener el animal algo más de poder. Pues con este anduvo no sólo digno, sino con oficio brillante y máxima solvencia el matador charro, del que estaría orgulloso su padre, Vicente, allá donde lo estuviera viendo. Anduvo con él, Álvaro, ya con el ademán de quien está controlando a la perfección la tarde. Mucha decisión tuvo a la hora de cobrar la estocada tras el pinchazo y la voltereta sin consecuencias que le costó.

Pasajes de muy buen toreo de Álvaro de la Calle con el sexto, de Parladé

Al sexto, una precioso pero serio toro de Parladé, fue Álvaro a arrodillarse a la puerta de chiqueros parta saludarle las respetables espabiladeras. Tuvo clase el animal a la hora de embestir, y humillación en las telas de un Álvaro de la Calle que mantuvo el tono de no volver la cara a la tarde más dura de su carrera. Pero él supo convertirla en la más importante, porque hubo dos o tres series de asentada mano diestra que calaron en el tendido, con la buena embestida del toro colorao, posiblemente el último que se lidie con el hierro de Parladé en la plaza de Madrid.

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