Ser defensor de derechos humanos en Colombia, defender la libertad y luchar contra las imposiciones de grupos armados, entes del estado y otros actores de la violencia conlleva como consecuencia directa riesgo de muerte, ya que los ataques contra ellos son una constante en la historia colombiana.
Autor: Juan Pablo Orozco. Defensor de los derechos humanos.
Ser defensor de derechos humanos en Colombia, defender la libertad y luchar contra las imposiciones de grupos armados, entes del estado y otros actores de la violencia conlleva como consecuencia directa riesgo de muerte, ya que los ataques contra ellos son una constante en la historia colombiana. Son reales los peligros que se corren en Colombia al defender diferentes causas sociales ya que hay cientos de denuncias sobre asesinatos, torturas, extorsiones y diferentes prácticas dirigidas no solo a personas en concreto si no también a sectores y comunidades enteras. Los y las defensoras de estos territorios y comunidades son los más amenazados y expuestos, pero también algunas veces los menos escuchados.
Es en estas comunidades, mayoritariamente rurales, donde se mueven normalmente los grupos armados, ya que la explotación de los recursos naturales del país a gran escala es uno de los detonantes principales del conflicto armado en Colombia, es donde más se vulneran los derechos humanos y el medio ambiente. La presencia de grupos armados en comunidades campesinas e indígenas altera la organización y estructura de estas, estableciendo unas jerarquías que proporcionan por medio de la fuerza el poder a estos grupos armados, que usando intimidación, amenazas y la fuerza logran el desplazamiento de sus habitantes. Estas prácticas de apropiación de los territorios se lleva realizando desde el siglo pasado; en este tiempo se ha sometido a diferentes comunidades y se ha provocado en la mayoría de casos el desplazamiento de miles de personas que terminan emigrando normalmente a las grandes ciudades, donde se encuentran de nuevo con la violencia ejercida por otros actores (narcotráfico, bandas criminales, corrupción estatal), esta vez en un entorno y unas dinámicas completamente desconocidas para ellos y desprovistos del apoyo de lazos familiares o comunitarios.
Estos constantes conflictos han dejado a centenares de líderes asesinados por defender causas justas. El 2021 lo cerramos con 171 asesinatos a líderes sociales y defensores de derechos humanos, 43 firmantes del acuerdo de paz, y en lo que llevamos de 2022 ya se han producido varios de estos asesinatos como, por ejemplo:
Mario Jonathan Palomino Salcedo: el 17 de enero fue asesinado a sus 35 años este profesor de agricultura y defensor de derechos humanos y el medio ambiente convirtiéndose en el sexto líder asesinado en el 2022.
Nilson Antonio Velásquez Gil: agricultor de profesión y líder comunitario con 51 años, ha sido de los primeros lideres asesinados del año 2022. Fue sacado violentamente de su comunidad y el día 14 de enero se encontró su cuerpo con signos de tortura.
Breiner David Cucuñame López: este menor de tan solo 14 años, defensor del medio ambiente y perteneciente a la guardia indígena, fue atacado junto a otros hombres en un control territorial que estaban realizando el día 14 de enero.
Luz Mariana Arteaga Henao: Médico y líder campesina desapareció el día 12 de enero al salir de su finca en la vereda de Matarratón, se dirigía al casco urbano de Orocué y encontraron su cadáver el día 17 de enero a las orillas del río Meta.
Estas muertes son una parte de lo que puede llegar a hacer la violencia en tan solo un mes. En este momento, día 7 febrero de 2022, ha habido 17 asesinatos a líderes y 3 firmantes del acuerdo de paz; además esta violencia es ejercida no solo contra quienes se dedican a defender los derechos humanos y el activismo sino también contra abogados y periodistas. No podemos olvidar que un solo asesinato ya es demasiado y que estas alarmantes cifras se llevan repitiendo desde hace años. Son la prueba trágica de la violencia que sufre el pueblo colombiano.