No todo lo que se da en torno a los Oscar son luces, también hay sombras. Los Oscar que vivimos el domingo 27 (madrugada del 28 para España) en su 94 edición, son unos Oscar para la historia. La ceremonia de entrega de los Oscar volvía a una cierta normalidad, tras dos años de pandemia del coronavirus que lo había trastocado todo. Frente a la tradicional defensa del pacifismo en las galas anteriores, en esta, la guerra en Ucrania y los demás conflictos armados que se están dando en el mundo, pasaron de puntillas. Mientras, la violencia se hizo presente y real en la propia gala. La Academia premió, por primera vez, un cine de animación diferente. Y, estos han sido los Oscar con más acento español: cuatro nominaciones y un Oscar. Variables que, en su conjunto, marcarán un antes y un después en la historia de los Oscar.
Los Premios Oscar son los galardones más célebres e importantes de la industria cinematográfica, además de los más atesorados del mundo. Aunque los ganadores de un Oscar no reciben compensación monetaria alguna, por parte de la Academia de Hollywood. Lo que sí reciben es el conocido como “Efecto Oscar”, un premio que supone todo un impulso a la trayectoria profesional de los ganadores. Por el solo hecho de obtener la estatuilla, el caché del ganador se incrementa de forma considerable, más allá de un 20% y, las predicciones de beneficios, pueden multiplicarse por millones de euros.
El valor de los Oscar viene dado por el impresionante glamour que caracteriza a Hollywood y la fascinación que genera en el público todo el entramado de actores, guionistas, directores, productores, músicos, estilistas, técnicos…, así como la forma de vida, relaciones personales, estilo y el sentir del arte cinematográfico que nos transmite.
Fue en 1927 cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, decidió convocar y gestionar, anualmente, un premio al talento, la calidad y el mérito, al objeto de reconocer y premiar aquellos aspectos sobresalientes en el arte de producir películas, fomentando así la excelencia en todas sus facetas y la promoción del cine. Pronto se convertiría en uno de los galardones más famosos del mundo, simbolizado en una estatuilla que representa a un caballero de pie sobre un carrete de película, empuñando una espada que sugiere la protección para el bienestar y el desarrollo de la industria cinematográfica. Estatuilla bañada en oro de 24 quilates.
Nadie sabe con exactitud, ni siquiera la Academia, de dónde procede o cuál es el origen del nombre de la estatuilla: Oscar. Existen tres teorías posibles respecto de dónde procede y el porqué, pero no vamos a entrar aquí en ello. Cabe precisar que, actualmente, la Academia no sabe, hasta el último momento, el número de estatuillas que se van a entregar en cada ceremonia.
La 94 edición de los Oscar en este 2022 ha tenido luces y sombras. Más que sombras han sido nubarrones los que ha vertido Will Smith sobre la ceremonia de entrega de los Oscar, al subir al escenario y propiciar en directo un bofetón al cómico Chris Rock. No vamos a entrar aquí en las causas, los motivos, y en quien tenía o no razón, ninguno de los dos está exento de culpa. Parece que se trata de algo privado que nunca debimos de haber visto. Al respecto, ya ha corrido mucha tinta y discusiones estos días. Lo ocurrido es algo intolerable, nada edificante y sí muy molesto para quienes lo presenciaron, para los más de 16 millones de espectadores que seguíamos la gala por televisión, para el público en general y, por supuesto, para los Oscar, que, en lugar de hablar de ellos y de su estímulo al bien hacer, se habla de la violencia que el incidente puso de manifiesto.
Haría bien la Academia acudiendo a su código ético que, desde el 2018, sanciona cualquier «forma de abuso, acoso o discriminación en base al género, la orientación sexual, raza, etnia, discapacidad, edad, religión o nacionalidad», especificando que la violación del mismo «incluyen la suspensión o la expulsión». Sin duda, el Oscar entregado a Will Smith como mejor actor en la edición 94 de los Premios, es el Oscar más triste de la historia. El tímido perdón pedido posteriormente no es suficiente para compensar la violencia física y verbal que ejerció en un templo de la cultura como es la gala de los Oscar. Solo la suspensión o expulsión, por parte de la Academia, o la devolución del Oscar por parte del agraciado, puede amortiguar el mal causado.
Pero vayamos a lo positivo e importante, a las luces que alumbraron los Oscar de esta 94 edición y ahí nos encontramos con el triunfo del español Alberto Mielgo, vecino de Torrelodones, quien con su corto de animación The Windshelter Wiper (El Limpiaparabrisas) pulverizó todos los pronósticos con una película autoral, experimental y brillante, que consiguió el Oscar e impidió que España se fuera de vacío, tras haber cosechado cuatro nominaciones: Javier Bardem, Penélope Cruz, Alberto Iglesias y el propio Alberto Mielgo.
Alberto Mielgo ha entrado en el olimpo de la historia del cine español y mundial. Y lo ha hecho como un cineasta de primer orden, con una película que ahonda en las entrañas de lo más profundo de los sentimientos, el amor, la incomunicación, la soledad, la muerte... Como director, tiene claro el futuro del cine de animación: “Los cortos de este año son experimentales y cuatro de cinco no están pensados específicamente para los niños, eso indica hasta dónde podremos llegar con ese lenguaje, a partir de ahora”. Hace historia Alberto Mielgo y hace historia la Academia al haber nominado a cuatro candidatos independientes, alejados de las grandes productoras como Disney que, habitualmente, lo acaparan todo. Y, también, el hecho de que se haya dado el Oscar a alguien que no puede o no quiere, montar una campaña de promoción al uso que hubiera superado los 60.000 dólares.
Nuestro Alberto, aquel que vimos crecer envuelto entre lápices y cartulinas, ha alcanzado la cumbre de su carrera con el máximo reconocimiento, el Oscar, premio de todos los premios. Larga carrera iniciada desde niño, cuya proyección ya se podía intuir en sus primeros dibujos y que ha culminado con una propuesta innovadora. ¡Felicitaciones, Alberto, por tan merecido reconocimiento! Gracias por habernos permitido acompañarte (aunque fuera en la distancia) en tu carrera de aportaciones al mundo de los sentidos y las emociones.
Escuchemos la canción ganadora del Oscar 2022: Billie Eilish - No Time To Die
https://www.youtube.com/watch?v=ATc9i4DXHKw
Aguadero@acta.es
© Francisco Aguadero Fernández, 1 de abril de 2022