OPINIóN
Actualizado 03/04/2022 09:36:20
CÁRITAS

Mirar atrás a veces es complicado. Recordar que un día tuvimos que dejar nuestra vida “perfecta” para confinarnos en nuestros hogares y asimilar una situación sin precedentes lo es aún más. Hace aproximadamente dos años, por estas fechas, nos encontrábamos en un momento crítico afrontando una crisis sanitaria y temiendo por nuestros familiares y mayores. La “salud” cobró el sentido que siempre debió tener al darnos cuenta que lo material quedaba relegado a un segundo plano cuando se trataba de “vivir” o de “sobrevivir”. Las mascarillas eran un artículo de primera necesidad, el confinamiento y las posteriores restricciones nos hicieron reinventarnos para continuar con nuestras labores diarias, los hospitales estaban hacinados y las personas fallecidas nos recordaban que el virus aún seguía ahí… A día de hoy, sin embargo, la situación ha mejorado, pero no podemos olvidar y mirar hacia otro lado como si esto no hubiese pasado, las consecuencias de esta pandemia aún siguen acechando, aunque sean invisibles para los ojos de muchos.

La Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de la Sociología Aplicada), ha presentado el siguiente estudio: “Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social y Castilla y León”, en el cual se ponen de manifiesto realidades desoladoras. Por cada seis habitantes de Castilla y León, uno de ellos está en situación de exclusión tras la pandemia. Por otro lado, más de 120 mil familias castellanoleonesas quedan en situación de pobreza severa una vez realizado el pago del alquiler o la hipoteca. Unas premisas que, sin duda, nos tocan muy de cerca y podrían afectar a nuestro amigo, a nuestro vecino o incluso a un familiar.

La exclusión severa, una de esas lacras que mina nuestras sociedades, ha aumentado un 54% desde el año 2018 afectando así a unas 225.000 personas, 79.000 más que antes de la crisis sanitaria. Esta subida exponencial se debe a diversos factores que se han acuciado con la crisis sanitaria. Las principales brechas de exclusión se relacionan, principalmente, con el género y la nacionalidad de origen. En nuestra comunidad autónoma, además, cobra cada vez más fuerza la brecha derivada de la edad. Otras realidades en las que también se puede notar esta exclusión social son el apagón digital, el empleo, la vivienda y la salud.

Foessa, además, ha dejado implícitos una serie de puntos de actuación o retos para mejorar esta situación en nuestra comunidad, partiendo de la base de que es muy importante perfeccionar el sistema de protección social. Cáritas, en su labor de ayuda, tendrá en cuenta las necesidades de los más vulnerables y trabajará para que estas realidades cambien a corto y largo plazo. Lo más importante es mentalizarnos de que esta es la realidad en nuestra comunidad, sin filtros. Una situación que necesita de actuación y, sobre todo, de visibilidad pública. El futuro de las nuevas generaciones depende de lo que construyamos hoy.

María Inmaculada Regadera Martín

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