Hoy no sé cómo empezar, si contando la anécdota con la que suelo acompañar “mis” historias y que tienen similitud con lo que se “trata” en el artículo de opinión o más bien “entrando al trapo” desde el principio y después el propio desarrollo vaya dando pautas a seguir. Hoy el tema es peliagudo y personal. Decía alguien con conocimiento de causa: “Aprende de tus experiencias personales. Una crisis de identidad es el momento oportuno para realizar un profundo análisis de las características físicas y psicológicas de una persona. Así que no la desaproveches y aprende de cada una de tus experiencias personales”…
Y tiene toda la razón. Pero eso sí; valora todo lo que te rodea. Y piensa que cada ser humano es diferente y único aunque a veces cuesta darse cuenta de ello.
Tuve un amigo, ya murió, Chapinal, que a los 15 años de edad se fue voluntario a la guerra-NO A LA GUERRA-; un poco por afán de aventuras y tomó parte en varios “follones”. De “aquellos polvos vienen estos lodos” y-Chapinal me señalaba su oído afectado de acusada sordera (yo, en aquel momento de la Entrevista “andaba” sobrado de los oídos y después, aunque por otras circunstancias, también me vinieron los “barros y los lodos”; hasta la situación actual de acusada sordera)… Prosigamos; me dice Chapinal-, pues enfermé de fiebres tifoideas y se me produjo una “autorrea crónica” que poco a poco me fue minando hasta que llegó un momento en que podía haber muerto. Estuve años sin oír absolutamente nada, lo que se dice nada. El muro de la presa de Santa Teresa, ¡oía más que yo! Solamente Dios podía hacer el milagro y yo no es que “me coma los Santos crudos”, pero creo y tengo una fe ilimitada en el Cristo…
Y el bueno de Chapinal, continuó desgranándome sus experiencias personales sobre “su” sordera. No estando exento el humor a pesar de ser, un tema peliagudo. El poeta de vocación tardía pero firme y que ha pasado muchos avatares en su dilatada vida me lo quiere expresar con una poesía de advertencia…
Que versificar es fácil/ pero no basta el talento. Lo difícil es plasmar/ en la rima el sentimiento.
Y me contó también un chiste de “sordos”: “Verás; un vecino mío que es más vago que “la chaqueta de un quinto” y que también venía “arrastrado” del oído como yo, un día se quedó en la cama diciendo que estaba “malino”. Fue el médico a visitarle y cuando yo le pregunté a su mujer ¿Qué le ha dicho el médico? La buena señora me contestó ¡Que es lumbago!... Pero yo por el oído malo entendí… ¡Que es un vago! Rápidamente contesté a la esposa de mí amigo ¡oye, eso lo sé yo, sin necesidad de que me lo diga el médico!
Chapinal me descubrió en aquella entrevista lejana qué no todo en la vida son cosas negativas cuando estaba muy ajeno a que yo tendría con el tiempo es mismo problema de acusada sordera que tanto me está condicionando en mi modo de vida diario y libertad. Además, por si ello fuera poco, de soledad, disminución de la movilidad y el deterioro de la actividad social en la vida diaria. Todo ello supone un gran desgaste cerebral.
Puedo asegurar qué lo importante que es el acudir a un profesional de la audición y recibir un tratamiento adecuado. Que no es “mano Santa" pero ayuda.
Decía Don Camilo Jose Cela: “Hoy el escritor está indolente. El escritor está desorientado. El escritor es, como cada hijo de vecino, un animal de costumbres, y el cambio de decoración le trastorna, le llena el alma de reservas, le colma la imaginación de preocupaciones y el espíritu de vagos e inconcretos temores”…
“A este humilde escritor; le emociona una puesta de Sol (Ver foto), y los mágicos colores de las flores (Ver foto)… pero sería feliz si pudiera escuchar ¡el cantar de los pájaros!…Pues eso.