El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que afecta a la calidad de vida de quienes la padecen y que todavía tiene muchas incógnitas. “Se van haciendo pequeños avances, pero lo que se destina a ello es escaso”
El Alzheimer es una afectación degenerativa de las células cerebrales, las neuronas de carácter progresivo, adquirido (no se nace con ella) y de origen todavía desconocido. Las personas que padecen esta enfermedad presentan alteraciones que afectan a funciones cognitivas (memoria, reconocimiento visual de objetos, capacidad para realizar movimientos voluntarios y el razonamiento lógico). Todo ello provoca un deterioro de la calidad de vida del enfermo y también de su entorno más cercano.
En Salamanca desde 1998 se encuentra AFA, la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Salamanca, quienes trabajan en ayudar y mejorar la calidad de vida de las personas que sufren está enfermedad, así como de sus familias. Ana Iglesias, directora del centro, cuenta a SALAMANCA rtv AL DÍA que una de las reivindicaciones que hacen es conocer los datos. “Realmente no sabemos el alcance de la enfermedad en Salamanca”.
Actualmente en la asociación atienden en torno a 100 usuarios, pero hay más casos. “Tenemos el conocimiento de que hay más familias fuera de nuestra asociación”. Familias y usuarios que no acuden a AFA por diferentes motivos. “O bien que no pueden acceder por los recursos o bien porque tienen asumido el cuidado en casa, por diferentes motivos”.
“Cada vez el diagnóstico se hace mas temprano”, pero la edad media de estas personas se encuentra entre los 75-80 años de edad. “Antes se esperaba mucho a que esos fallos de memoria o esos primeros indicios fuesen muy evidentes, y a veces se achacaban propios a la edad de los usuarios, y no se le daba tanta importancia. Ahora cada vez somos más conscientes de esos fallos de memoria o esos despistes, de no saber dónde se ubican en el espacio o en el tiempo y que esto es debido a algo”.
En ese momento, cuando se observan esos primeros indicios, la situación cambia. “Se empieza a intentar ponerle un nombre a eso que está pasando. Eso hace que el diagnóstico sea cada vez más temprano y que cada vez se pueda incidir en la enfermedad antes de que el deterioro sea más grave y más evidente. Eso hace que se pueda trabajar y que se trabaje sobre las áreas más afectadas a través de las terapias y se consigue ralentizar la enfermedad bastante. Se habla incluso de entre 2 y 3 años para llegar a las fases más agudas de la enfermedad, entonces ganar esos años en que una persona este en la cama o que esté incapacitada, mejora la calidad de vida de los usurarios de manera importante”, destaca Iglesias.
Es importante destacar que esta enfermedad no sigue un patrón y que cada caso es particular. “Depende mucho de la zona que primero se vea afectada, unas personas le afectan antes al habla, a otras a la movilidad, otros la orientación… dependiendo de por qué zona empiece es diferente también”. Además, las patologías de cada persona también hacen que la enfermedad influya de una manera u otra.
“La investigación es fundamental. Se van haciendo pequeños avances, pero lo que se destina a ello es escaso”. Todavía hay muchas incógnitas que se desconocen de esta enfermedad. “No sabemos el origen, no tenemos visos de tener una vacuna pronto, es verdad que se necesita mas investigación, hemos avanzado mucho en temas de terapia, en estudios que comprueban la eficacia de las terapias, pero en temas de investigación más puramente biológica es verdad que esta lento”.