Durante la Semana Santa la Iglesia Católica recuerda los últimos días de la vida de Jesucristo, desde la entrada triunfal en Jerusalén y su pasión, hasta la resurrección que simboliza el triunfo del Hijo de Dios sobre la muerte.
De esta forma, se pasa de una celebración marcada por el luto, la penitencia, el silencio, a la alegría desbordante simbolizada en los colores claros de las vestiduras de los cofrades.
En los primeros siglos de la Era Cristiana fue muy común ver reunidos a los cristianos, aun en tiempo de persecución, para llevar en procesión los cuerpos de los mártires hasta el sepulcro; así lo cuentan las Actas de los martirios de S. Cipriano.
Pronto los fieles comenzaron a visitar los Lugares Santos: Belén, Jerusalén, etc. (recogidos testimonios del s. III)
En la Edad Media continuó la práctica de celebrar procesiones públicas. Los protestantes atacaron fuertemente esta costumbre, hasta que el Concilio de Trento aprobó tan laudable tradición. Después de Trento, los papas han mandado celebrar en diversas ocasiones procesiones públicas. Como sacar del templo o capilla la imagen de la Virgen en rogativas para que llueva, buenas cosechas, un favor especial como el ocurrido en LA PALAMA este año etc. Satisface a los peregrinos y ayuda en momentos de desasosiego.
El origen de los desfiles procesionales se sitúa en el teatro religioso: "En la Edad Media se realizaban en las iglesias y en los pórticos los autos de la Pasión, escenificaciones que formaban parte de los oficios litúrgicos". Estas obras se fueron transformando paulatinamente y sustituyendo los actores por imágenes, de cartón y telas encoladas en los comienzos, luego de madera, bronce, escayola, mármol etc con escenas de la Pasión. Tienen su origen en el deseo de la población cristiana de imitar la Pasión de Cristo. "El Vía Crucis” es una reproducción de lo que los peregrinos hacían en la Vía Santa o Vía Dolorosa de Jerusalén.
El inicio de estos desfiles data del siglo XVI, pero el asentamiento procesional se dio un siglo más tarde, coincidiendo con la Contrarreforma. Por aquel entonces, la iglesia comenzó a verse amenazada por la reforma de Martín Lutero y pidió a los creyentes manifestar su fe. Las cofradías y hermandades, que surgieron en el siglo XV, también promocionaron la celebración de estos desfiles. En el siglo XVIII, el rey Carlos III prohibió la figura de los "disciplinantes", penitentes que se flagelaban durante estas celebraciones, quedando reducidas a procesiones en las que los cofrades alumbraban con cirios las imágenes portadas por miembros de las cofradías y acompañadas por los cantos del clero. Finalmente, en el siglo XIX cuando se adoptó el cambio que conocemos en la actualidad. Comenzaron a introducirse nuevos elementos como las bandas musicales tocando música religiosa.