Es profesora en la Universidad de Salamanca y cuenta a este medio que sus familiares han podido salir de Ucrania y se encuentran en un campo de refugiados en Polonia
Desde el estallido de la invasión por parte de Rusia a Ucrania, Olga Ivanova está en una “desolación absoluta”. Es ucraniana, pero lleva más de 15 años en Salamanca, donde vive con su familia y trabaja como profesora en la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca. Han pasado ya dos semanas desde que estallase el conflicto, pero los sentimientos de la ucraniana no cambian.
“Es muy duro, muy doloroso, sientes una desolación absoluta”, destaca. A la preocupación que siente por la situación que está viviendo su país, se le suma la preocupación de las personas que conoce y están allí, pero también de las que no conoce. “Al final es una guerra y se está cobrando muchas vidas de personas de diferentes edades, está causando muchas penurias, una miseria absoluta, y es muy doloroso, muy doloroso por la gente y también por lo que pasa en el propio país”.
Ella misma dice que han “tenido suerte”. Su madre vive en Ucrania pero en el momento que estalló la guerra se encontraba fuera del país, concretamente en Reino Unido, en casa de su hermano. Actualmente no tiene familia directa allí, pero sí miembros de su familia lejana. “Se encontraban en la capital y los primeros días fueron muy intensos”. Ahora, han conseguido salir de la ciudad y ya se encuentran en un campo de refugiados en Polonia. “Los días hasta que han podido salir y refugiarse han sido muy angustiosos”.
Olga es presidenta de la Asociación Cultural Buvlick, una asociación que reúne a expatriados de los países de la antigua Unión Soviética. “En Salamanca hay bastantes personas procedentes de diferentes países de la antigua Unión Soviética. Compartimos muchos rasgos comunes, características culturales, muchos hablamos más de una lengua, y hace unos años fundamos la asociación para avalar las clases que ofrecemos a los niños que nacen aquí en España pero que bien tienen papá o mamá progenitores de alguno de esos países”.
Olga destaca que los miembros de la asociación comparten un mismo sentimiento: condenar la guerra. “Al final se trata de personas, no es una cuestión de ser de un país o de otro, yo no conozco a nadie que no lo haga, la gente condena esta guerra independientemente de donde sean y deseando todos que acabe cuanto antes y ayudando en todo lo que puedan”.
Con la empatía que ha mostrado la población de Salamanca está más que agradecida. “Desde el primer día de la guerra tanto yo como otras personas que están en una situación similar a la mía, hemos recibido y seguimos recibiendo muchos mensajes de apoyo. El apoyo moral, la preocupación de la gente, compartir ese dolor con nosotros es lo que nos hace seguir para delante, sin ellos no podríamos seguir, y en ese sentido la población de Salamanca ha destacado de una manera increíble, no se puede estar más agradecido por todo lo que nos han arropado y nos siguen arropando”.