Mañana, sábado, día 12, Alba de Tormes va a celebrar dos centenarios teresianos de primer orden, el cuarto centenario de su canonización (1622) y el primer centenario de la declaración de la Santa como primera mujer doctora honoris causa por la universidad de Salamanca (1922). Dos acontecimientos que bien merecen la honra y distinción de nuestra gran Santa.
Es notable y digno de marcar la relevancia de esta gran mujer precisamente a los cuatro días de la jornada mundial de la mujer. Merece que se la tenga en cuenta con el gran distintivo de una de las mujeres más grandes en la historia de España y del mundo.
Los centenarios están siendo celebrados por el Ayuntamiento de la Villa ducal de Alba de Tormes con cantidad de acontecimientos religiosos (de acuerdo con los padres y madres carmelitas), y con actos musicales, culturales, deportivos y otros. Un acontecimiento cultural tuvo lugar en el teatro de la villa el domingo pasado con un recital de textos poéticos de los siglos XV a XXI, mostrando una altura literaria insuperable.
Los albenses están celebrando durante el 2022 el IV Centenario de la Canonización de Santa Teresa y el I Centenario del nombramiento de Santa Teresa de Jesús como Doctora Honoris Causa, a cuyo acontecimiento acudieron a Salamanca y Alba de Tormes los Reyes de España Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia.
Santa Teresa fue nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca en 1922. Previamente, en el siglo XVII, la Universidad había impuesto el birrete y la muceta, símbolos de la sabiduría doctoral universitaria, a una imagen de la Santa en la capilla universitaria de San Jerónimo.
En 1922 salió adelante la idea del obispo de Salamanca de conceder el título de Honoris Causa a la Santa como tal. Y era la primera vez que la universidad de Salamanca concedía el doctorado honoris causa a una mujer. Presidía el claustro que decidió conceder el título honoris causa el que entonces era vicerrector de la universidad el catedrático don Miguel de Unamuno.
Al acto de la entrega del título de doctorado acudieron el 6 de octubre de 1922 los Reyes de España, que el día 8 se trasladarían a Alba de Tormes donde impondrían a la imagen de la Santa el birrete precioso elaborado por el famoso orfebre de arte Félix Granda. El birrete lo imponía la Reina y la pluma de plata sería regalo e imposición del mismo Rey.
El título quedaría impreso en hermoso pergamino con doble copia, una para la Universidad y otra para el monasterio de las Madres Carmelitas de Alba de Tormes, donde se halla expuesto y puede contemplarse en la visita a la casa carmelitana.
La Universidad contribuyó a la difusión del conocimiento y aprecio de Santa Teresa por todos los países de Europa.
El doctorado de Salamanca contribuyó evidentemente a la proclamación de Santa Teresa por Pablo VI en 1970 como primera Doctora de la Iglesia, acompañada también por Santa Catalina de Siena.
La Santa había sido beatificada muy pronto después de su muerte que tuvo lugar en 1582. La beatificación se realizaría en 1614. Y su canonización como santa por el Papa Gregorio XV tuvo lugar poco después, en 1622, junto con cuatro santos españoles y uno italiano, San Felipe Neri. La envidia italiana difundió aquel dicho jocoso de: “El Papa ha canonizado a cuatro españoles y un santo”, San Felipe Neri, el fundador de los escolapios.
Los santos canonizados junto con santa Teresa de Jesús, además de San Felipe Neri, fueron: San Isidro Labrador, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Una corona de santos españoles que nos estimulan a nosotros hoy a seguir sus pasos, haciendo realidad la expresión del Papa Francisco de descubrir y acompañar a los santos de la puerta de al lado. Que Teresa de Jesús nos acompañe y nos llene de gracia y santidad, y que aprendamos de su sabiduría de Doctora.