Hemos estado del miércoles al sábado por Marrakech, Agadir, y varios poblados muy pobres de la provincia de Sidi Ifni donde pretendemos colaborar durante el verano con nuestros chicos.
Fui con un compañero árabe y otro español. Firmamos un convenio con la comunidad e hicimos una mesa redonda.
Después de un rally por caminos y carreteras pudimos llevar una compra sustancial de comida y recursos a la casa que hicimos en el 19 para Hadiya, Abderragin, Josín y su madre Aisa. Su porvenir es otra de nuestras banderas.
Una casa de treinta y seis metros cuadrados de dignidad. Es una utopía pensar que unos años después no van a querer coger una patera.
Los dos meses que están allí nuestros chicos españoles de protección y jóvenes infractores es una terapia de choque para descubrir sus sentimientos fuera de unos caprichos que en occidente se convierten en necesidad.
Podemos ver niñas que mendigan y se sacrifican por hambre en la familia y acaban víctimas de mafias. Pero eso pasa en España por conseguir un móvil de última generación.
Allí abrimos un dispensario médico, hacemos canchas deportivas y convertimos una escuela matutina de niños, en un centro social por las tardes para jóvenes y mujeres con distintas formaciones profesionales y animación sociocultural.
Algunas oportunidades materiales que a veces se convierten en dependencias. Incluso algunas medicinas de las que aquí se abusa como analgésicos y antiinflamatorios. Me genera responsabilidad saber cuál es el umbral de facilitarles la vida y cuál bajar el umbral de sufrimiento y ser más vulnerables y dependientes.
Nosotros queríamos comer cus cus y tajín porque es más sano y exótico, los universitarios de allí o los más pudientes ya buscan pizzerías o Mac Donald. A nuestros chicos cuando bajamos les cuesta la comida marroquí y a los pobres de allí no les gustan las pizzas y las hamburguesas de comida basura todavía.
También nos reunimos con la cónsul de España en Agadir, porque es la que tiene que dar los visados para que los niños puedan seguir viniendo quince días de intercambio a Salamanca con un Erasmus, aprovechan para aprender a nadar, gafas, dentistas, aprendizajes y convivencia intercultural.
La concienciación con los refugiados de la maldita guerra de Ucrania para los que hemos ofrecido camas y recogida de agua, etc. También debe servir para el eterno drama del Mediterráneo,…