ALBA DE TORMES
Actualizado 05/03/2022 08:41:00
Redacción

A cargo de Manuel Diego, carmelita albense que disertó sobre las mentalidades y la cultura que propiciaron el 'Honoris Causa' de Santa Teresa hace cien años

El ciclo de jornadas teresianas concluyó en el Casino de Salamanca con la conferencia de Manuel Diego, Carmelita Descalzo de Alba de Tormes. Estas jornadas se han celebrando con motivo del primer centenario del doctorado ‘Honoris Causa’ concedido por la Universidad de Salamanca. Los actos han consistido en conferencias, un concierto con música salmantina del siglo XVIII para santa Teresa, y una exposición que queda abierta hasta el 27 de marzo.

Por el patio de columnas de esta institución salmantina han ido pasando conocidos especialistas teresianos con conferencias muy interesantes, tales como María Jesús Mancho Duque, Fidel Sebastián Mediavilla, Eduardo Azofra y el carmelita albense Manuel Diego Sánchez que ha cerrado estas jornadas con una intervención acerca del ambiente teresiano salmantino en las primeras décadas del siglo XX, años que coincidieron con el III centenario de la canonización de santa Teresa (1922).

Manuel Diego ha querido desentrañar las mentalidades y la cultura que propiciaron aquel reconocimiento universitario salmantino del doctorado “honoris causa”, que fue el primero que concedió dicha universidad en toda su historia, como también el primero que se otorga a una mujer. Dejó bien clarificado que tal idea no vino de la misma institución académica, sino que fue solicitada desde fuera, en concreto por el entonces obispo salmantino Julián de Diego Alcolea, asesorado por un sacerdote ledesmino, José Manuel Bartolomé, y apoyado por la Junta local del centenario, compuesta de personajes muy señalados en el mundo cultural y social salmantino. Es en este ámbito concreto donde se fragua semejante idea, plasmada luego en una carta oficial de petición por parte del obispo al claustro universitario que tuvo una respuesta favorable y dio sus frutos, y así, de esta manera, en la reunión del claustro universitario (4-3-1922), presidido por el vicerrector Unamuno, se aprobó tal petición y se dieron los pasos necesarios para fraguarlo en un acto académico solemne.

Al obispo se debe también la invitación a la familia real y el lograr que se implicaran en estos actos que duraron tres días (6/8-10-1922), en el último de los cuales los reyes de España Alfonso XIII y Victoria Eugenia se trasladaron a Alba de Tormes, en donde entregaron a la imagen procesional teresiana las insignias doctorales de la pluma y del birrete. Ambas insignias, que son unas magníficas piezas de orfebrería y que la imagen solo luce una vez al año, cada 15 de octubre, ahora se conservan y exhiben en el Museo Carmus de Alba de Tormes.

Un 'Honoris Causa' con oposición

Manuel Diego resaltó incluso la oposición que hubo a esta condecoración universitaria, sobre todo por parte del escritor y periodista albense José Sánchez Rojas y el poeta Antonio Machado. Incluso el mismo Unamuno, que se negó a participar en el acto académico (por su oposición a la monarquía) y, a pesar de haber aprobado ese título a otorgar a santa Teresa, no dejó de expresar alguna reticencia.

Bien contextualizado este reconocimiento universitario salmantino, como lo hizo el estudioso carmelita, se entiende mejor el valor y el sentido profético del mismo, pues fue como un anticipo del doctorado eclesial que la Iglesia finalmente otorgará a santa Teresa en el año 1970. En ambos casos, los dos reconocimientos repercutieron notablemente en la vida e historia de la villa de Alba de Tormes.

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