Un goteo constante de personas se siguen acercando hasta los diferentes puntos de recogida y dejando bonitas anécdotas, como la de un abuelo de 90 años que “llegó llorando porque no podía donar más” que medicamentos
Con los ojos húmedos y la voz entrecortada por la emoción, Charo, una de las voluntarias que se encuentra en la Iglesia de la Purísima, agradece la generosidad de los salmantinos y salmantinas que cada día se acercan hasta allí para donar.
Desde que esta voluntaria ha llegado para recoger las donaciones no ha parado, y es que ver la cantidad de salmantinos que han llegado hasta allí en tan solo unos minutos es algo emocionante y maravilloso. “Es más que un orgullo ver como la gente se acerca hasta aquí. La gente de Salamanca es muy generosa”, cuenta a este medio de comunicación.
Nos cuentas que hasta allí ha llegando gente de todas las edades con bolsas y cajas. Todos quieren aportar su granito de arena ante la situación que se está viviendo en el país. Unas donaciones que también además de la generosidad de las personas, está dejando anécdotas preciosas, como la que nos cuenta Charo.
“El otro día vino un abuelito de 90 años que apenas podía caminar”, cuenta emocionada. “Traía entre las manos un paquetito de paracetamol, llegó llorando y emocionado porque no podía dar nada más. Eso fue algo precioso, nos quedamos sin palabras, ha sido lo máximo”.
Por otro lado, una mujer que llegó con un carrito de la compra a dejar sus donaciones cuenta a este medio que ayuda de este modo porque “es horroroso lo que está ocurriendo. No sabemos lo que nos puede tocar y hay que ayudar a todo el mundo”.
Sin duda, una vez más, los charros muestran su generosidad.