OPINIóN
Actualizado 05/03/2022 09:23:54
Julio Fernández

Las recientes convulsiones en el seno del PP me recuerdan al tratado de “los toros de Guisando” firmado entre el rey Enrique IV de Castilla –apodado “el impotente”- y su hermana Isabel –posteriormente conocida por “la Católica- en 1468 y por el cual Isabel asumiría el reinado de la corona de Castilla, pero con las condiciones impuestas por el propio Enrique IV, es decir, entre otras y quizá la más importante, que no se podía desposar con Fernando, rey de Aragón, al que consideraba enemigo de Castilla. A pesar de ello, Isabel incumplió esa condición, lo que provocó que Enrique IV revocara la decisión, nombrando heredera de la corona a su hija Juana –descendiente reconocida, aunque todo el mundo sospechaba que, en realidad, no era hija suya debido a su declarada “impotencia”; al parecer, lo era del noble y militar Beltrán de la Cueva y de sus aventuras amorosas con la esposa del rey impotente; de ahí que fuera conocida con el apodo despectivo de “la Beltraneja”- lo que desencadenó en una nueva guerra civil castellana entre los partidarios de doña Juana y los de doña Isabel, venciendo definitivamente los partidarios de ésta.

En la lucha cainita entre Casado y Ayuso y a pesar de que el primero ha denunciado a la segunda por la realización, como presidenta de la comunidad de Madrid, de presuntos negocios corruptos y clientelares y cuyo beneficiario ha sido su hermano, ha tenido que abandonar el barco “pepero”, mejor dicho, han obligado a Casado a salir de la escena política por “la puerta de los carros”, como salían los malos estudiantes de nuestra Alma Mater, la universidad de Salamanca. Y lo han hecho de la forma más indigna y cobarde, puesto que los que tan solo unas horas antes le aplaudían a raudales, le vituperaron vilmente en cuanto se dio la orden desde atrás, desde esa autoría intelectual que mueve los hilos de la escena política y que pone y quita guiñoles a su conveniencia. Y esos autores intelectuales, por el momento, han considerado que quién debe figurar en el frontispicio de la obra es un señor gallego que preside su aldea y que, por el momento, es quién mejor encarnará la transición de la tragedia a la comedia y estoy seguro de que como en esa transición no rueden algunas cabezas que protagonizaron la tragedia (algunas, sólo las de un bando, sólo los Casado, Egea y compañía, porque lo exige Ayuso: “hay que ponerlos literalmente de patitas en la calle, sin miramientos, hay que hacer sangre”), de la comedia pasaremos a la tragicomedia y en esa fase ya reinará quién realmente quieren los que mueven los hilos, es decir, la “Trumpista” Ayuso.

No obstante, a esos “señores de atrás” lógicamente no les interesa que llegue aún ese momento, dado que por cuestiones de oportunidad, no es bueno que ahora se asocie al PP con Vox. Y Ayuso y Vox han demostrado que, aunque no son la misma cosa, se complementan mejor que el azúcar y el café o el intenso calor con la tormenta. Tienen los mismos postulados filosófico políticos, nacen de la ira y el odio hacia todos los que no piensen como ellos, dividen a la gente entre buenos y malos y, o estás con ellos o en su contra; o eres amigo o enemigo acérrimo, utilizan la manipulación y la mentira como medio para transmitir su ideología, eso sí, aderezadas con una buena cervecita y una ración de callos a la madrileña.

Y no les interesa que llegue aún ese momento porque los señores de Vox, Abascal, Monasterio y compañía, muy próximos a Ayuso y a la doctrina “Trumpista”, son amigos –como el resto de la extrema derecha europea- de Putin, del “señor de la guerra”, ese que está masacrando a los ciudadanos ucranianos, a pesar de que algunos teóricos de la manipulación y la mentira, como Abascal, Rafael Hernando o el “defensor del español”, el “ciudadano” valenciano pero madrileño de adopción, Toni Cantó, identifiquen a Putin como uno de esos “comunistas genocidas y exterminadores”. Y no lo dicen por ignorancia, sino por la maldad intrínseca que preside sus actuaciones. Saben disfrazar como nadie situaciones inverosímiles, aunque al final se imponga el sentido común, porque lo que es “puro teatro” tiene las patas muy cortas.

Malos tiempos señor Feijóo. No le arriendo las ganancias, porque vaticino que como usted no consiga ganar en las próximas elecciones generales y sí lo haga su “querida amiga Ayuso” en las autonómicas madrileñas, será usted el próximo candidato en ir a la hoguera. Bueno, quizá mejor a la guillotina que, como ya anunciara el doctor Guillotín –por cierto, contrario a la pena de muerte- cuando propuso este medio de ejecución de la pena de muerte a la Asamblea constituyente producto de la revolución francesa, en 1789: “es más humano y menos doloroso que el resto de métodos de ejecución, porque en un abrir y cerrar de ojos este artificio separa la cabeza del tronco del condenado y no le hará sufrir”.

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