Esta adolescente salmantina lleva cerca de dos años en tratamiento por disforia de género. Destaca que “antes tenía la obligación de aparentar algo muy femenino. Ahora no tengo que demostrar nada”
El 31 de marzo de cada año se celebra el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero. Se trata de una fecha importante que fue creada con la finalidad de crear conciencia y sensibilizar a la población mundial sobre esta realidad y acabar así con la discriminación hacia las personas transgénero.
El término transgénero se refiere a las personas que se identifican con un tipo de conducta sexual que no corresponde al sexo que se les asignó al momento de nacer.
Las personas que se definen como trans se caracterizan porque a nivel social utilizan una vestimenta, un comportamiento y una actitud sexual propia de acuerdo al género con el cual se identifican.
Lamentablemente, y a pesar de lo mucho que se ha tratado este controvertido tema a nivel mundial, siguen ocurriendo atropellos y violaciones en contra de las personas trangénero y de toda la comunidad LGTB. Muchas personas trans no terminan de dar el paso por diferentes motivos. Pero otras sí lo dan, como Karla.
En ese contexto, hay una palabra que define el testimonio de Karla: valentía. Karla es una joven salmantina de 16 años transexual. Karla nació en un cuerpo que socialmente se asocia al género masculino, es decir, a un niño, sin embargo, ella y su familia siempre han sabido que había algo distinto. “Muchas veces dicen que naces en el cuerpo equivocado, yo no he nacido en el cuerpo equivocado, yo he nacido Karla. Soy Karla y ya está. He nacido en mi cuerpo y como soy persona elijo lo que quiero ser”, cuenta la joven.
Haciendo balance sobre su vida, ella misma dice que su infancia ha sido feliz y buena. “Realmente siempre he sido una persona súper feliz y súper alegre”, cuenta la menor. “Siempre he estado bien con todo el mundo, he sido una persona muy sociable y nunca he tenido problemas con nadie”.
No hubo un momento concreto en el que se comenzara a dar cuenta de que no era un niño, sino que era una niña, que era Karla. “Cuando estaba en el colegio yo no era tan consciente de las cosas, no tenía el pensamiento de ser una persona trans. En esa época yo solo pensaba en jugar con mis amigas y en estudiar”. Algo que también nos cuentan sus padres, quienes recuerdan que “en el colegio o en el parque siempre eran sus amigas y estaba con niñas. La conexión con las niñas era impresionante”. Concretamente su madre tiene un recuerdo de cuando Karla era pequeña, tenía 5 años y le dijo que quería ser una niña. “En ese momento yo no me daba cuenta., explica. Su madre recuerda que uno de los regalos más especiales para Karla fue su primera muñeca. Concretamente fue una de La Sirenita. “Me decía que quería muñecas y un día fui y se la compré”. Un hecho que para otras personas no tiene por qué ser relevante, pero para ellos lo fue. Esta muñeca supuso un antes y un después para Karla, ya que a partir de ese momento en los cumpleaños le regalaban muñecas, tenía cromos y otros juguetes que siempre se han asociado al género femenino. Entre otros ejemplos, Karla recuerda que “cuando jugaba con mis amigas yo no era un caballero, yo era una princesa”, destaca.
“Los juguetes son juguetes y no tienen género”, cuenta su madre, quién le decía que jugase con lo que quisiera. “Le decía que no guardara las muñecas, que a las chicas también le gustan los balones y no pasa nada, los juguetes no tienen género”, cuenta su madre. “Nosotros veíamos ropa y ella hablaba de faldas, de vestidos y de princesas. Veíamos sus gestos, su sensibilidad. Yo no pensé nunca que fuera transexual, porque a lo mejor no tenía tanta información, no conocía ningún caso cercano”, cuenta su madre. “Normalizamos la situación, que le gustaran las muñecas. Por eso pienso que ha tenido una infancia feliz”.
Con el paso de los años, a medida que iba creciendo, Karla comenzó a ver las cosas de otra forma y es cuando empezó a “reflexionar”. “Empecé a ver el mundo de otra manera y ahí es cuando empecé a pensar que a lo mejor era lo que me estaba pasando a mí”, relata. Buscaba información, veía vídeos y cada vez conocía más cosas sobre las personas transexuales. “Me sentía identificada, pero hasta un punto, siempre lo frenaba. Yo tenía un pensamiento siempre que decía que no, no, no. Se me va a pasar. No llegaba a aceptarlo y a decir: puedo vivir así, puedo ser una persona feliz y normalizarlo. No era consciente porque tampoco en mi entorno había personas trans”.
Uno de los pasos más importantes de su vida lo dio cuando tenía unos 14 años: un paso que dio primero con ella misma y después con su familia. “Siempre me ha gustado la cultura pop de España, cuando hicieron la serie de La Veneno, que se estrenó en 2020, la vi”. Le dijo a su madre que viesen juntas el primer capítulo. La serie cuenta la historia de Valeria, una estudiante de periodismo que nunca entendió por qué la gente la llamaba por un nombre que no era el suyo, lo mismo que le ocurrió a Cristina, por entonces llamada “Joselito” y la misma que tuvo que sobrevivir a una cruel y violenta infancia bajo la España de los años 60.
“La serie es una visión de una mujer transexual en años pasados, en lo que tienes que vivir, en cómo estaba la sociedad, ahí ves todo lo que ha pasado, de cómo estábamos antes a como estamos ahora. Realmente es un paso grande pero todavía nos quedan pasos por dar, para normalizarlo y vivir como una persona. Me sentía reflejada con la persona que escribió la historia. Con esta serie yo pensaba que había mujeres como yo, me gustaba y me hacía sentir bien”.
Karla siempre ha contado con el apoyo incondicional de sus padres. Su madre cuenta que cuando le pidió ver la serie, en su casa estaban “esperando a que nos comentara algo” y precisamente viendo La Veneno Karla le dijo a su madre: “mamá, es que yo me siento así”. “Yo le decía a mi marido: vete preparando para lo que sea porque es mi hijo y le voy a apoyar. Y así fue, los dos le hemos apoyado en todo momento”, cuenta su madre. “Nosotros le dijimos que no tuviera ningún problema, porque papá y mamá la queremos y la íbamos a apoyar”. Al principio sus padres estaban algo asustados. “Teníamos que gestionarlo, pero siempre apoyándola”.
Este apoyo ha sido y sigue siendo fundamental para Karla. Sus padres destacan que cuando fueron a la médica, ella misma les dijo que “qué suerte tenía” al contar con el apoyo de sus padres. “Hay muchos menores en esta situación que acuden al médico y lo que les ocurre es que tienen este tipo de casos, un hijo o una hija transexual, pero los padres no quieren y se oponen. No tenemos derecho a condicionar la vida de nuestros propios hijos si los quieres de verdad. Tienes que apoyarlo porque es una cosa con la que has nacido”, destaca su madre.
Pero no solo ha contado con este apoyo, el resto de su familia y sus amigos también han estado a su lado, y siguen estando en todo el proceso. “Ambas familias lo han aceptado sin ningún problema, pensábamos en cómo decírselo, pasó un tiempo hasta que lo dijimos en casa, pero entendieron la situación sin problema y han entendido a Karla”, relatan sus padres. “Me han apoyado mucho”, cuenta la joven.
Después de haber asumido que era transexual, comenzaba el camino de la transición hace aproximadamente dos años. Siguiendo un protocolo, se califica a esta situación como disforia de género, (una aversión manifestada por el individuo a los propios genitales y a su cuerpo, según DSM-V y CIE.10 clasificaciones internacionales de patologías). Con esta calificación, al ser menor Karla fue derivada a psiquiatría infantil y después al endocrino. Después comenzaba el tratamiento, que son estrógenos para la disforia de género. “Realmente consiste en que te paran las hormonas masculinas, los estrógenos te los tienes que tomar de por vida”, cuenta Karla.
También comenzaron con el proceso en términos legales y de papeleo. Desde el verano de 2020 en el DNI ya es oficialmente Karla, aunque para poder cambiar el género tienen que pasar dos años desde que comenzó con el tratamiento. Una vez que obtiene el DNI, vienen los demás trámites, como el cambio en la tarjeta sanitaria.
Actualmente Karla tiene 16 años, vive en Salamanca y estudia en el instituto. Es feliz y tiene claro lo que quiere y lo que no. “Ahora en la adolescencia quiero experimentar porque muchas veces tengo miedo a no vivir, a no pasarlo bien y no divertirme, y muchas veces lo siento. Prefiero hacer las cosas y atreverme a no intentarlo, porque si no lo intento me voy a quedar con las ganas y va a ser un error. Hay que tener valentía porque muchas veces la gente que critica no podría estar viviendo mi vida porque hay gente que no es valiente”, destaca.
Ahora dice que se lleva muy bien tanto con chicos como con chicas. “Estoy en una clase muy buena, todos me respetan y los profesores también. Antes tenía la obligación de aparentar algo muy femenino, y ahora mismo no, ahora mismo incluso tiro mas al ámbito masculino, estoy más relajada. Ahora no tengo que demostrar nada. Me gusta el maquillaje, me gusta arreglarme”.
Son miembros de Chrysallis, la Asociación de Familias de Infancia y Juventud Trans. Llegaron a ella a través de Facebook. La madre de Karla llegó por esta red social hasta otra madre en su misma situación y contactó con ella. “En verano de 2020 me puse en contacto con la Asociación, me ayudaron, me dieron la información. Ahora nos comunicamos y conocemos otros casos”, destaca su madre
La vida de Karla ha sido una vida, como ella misma define, “feliz”. Sin embargo, no todas las personas transexuales pueden decir lo mismo. A las madres y padres que no respetan que sus hijos sean trans, los padres de Karla les lanzan este mensaje. “Si quieren a sus hijos tienen que hacerles caso, tienes que aceptarlos y no cerrar las puertas. Si le quieres, no puedes negarlo. Es el camino que han elegido para ser felices, si quieres a un hijo no tienes que imponerle nada. A los hijos los tienes que querer incondicionalmente y ayudarles”.
Destacan que “la sociedad tiene que avanzar contra la incultura”. Añaden que “a nosotros como padres también nos sale protegerla, no por ella, si no por lo que puede sufrir a través de otras personas. El miedo lo vas a tener siempre” y por eso “hay que ir trabajando en la sociedad”.
Por su parte, Karla quiere que su testimonio ayude a otras personas que han pasado o estén pasando por su situación. Las anima a ser valientes, tanto como lo ha sido ella. “Hay gente que te va a juzgar, pero lo pueden hacer en el hecho de ser transexual y en todos los ámbitos. Hay que darse valor y quererse, y luchar por tu vida. Es verdad que las personas trans lo tenemos más difícil en muchos ámbitos, pero siempre puedes llegar a ser. Es como en el instituto, si alguien se mete contigo, no te achantes. “La sociedad tiene mucho que avanzar”, destaca.
En los últimos años la sociedad ha avanzado, y lo continúa haciendo. “Actualmente las cosas están más normalizadas”, destaca Karla. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer y “la sociedad tiene mucho que avanzar”. Por ello, Karla lanza un claro mensaje. “No hay que tener miedo, hay que ser uno mismo porque al final te mueres y no has vivido tu vida al 100%”, concluye.