OPINIóN
Actualizado 23/02/2022 11:01:34
Isaura Díaz Figueiredo

Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen el papel del tonto. En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez equivale a la bienaventuranza. La estupidez, que reviste formas tan variadas como el orgullo, la vanidad, la credulidad, el temor y el prejuicio, es blanco fundamental del escritor satírico, como Paul Tabori nos lo recuerda, agregando que “ha sobrevivido a millones de impactos directos, sin que éstos la hayan perjudicado en lo más mínimo”. Pero ha olvidado mencionar, quizás porque es demasiado evidente, que si la estupidez desapareciera, el escritor satírico carecería de tema. Pues, como en cierta ocasión lo señaló Christopher Morley, “en un mundo perfecto nadie reiría”. Es decir, no habría de que reírse, nada que fuera ridículo. Pero, ¿podría calificarse de perfecto a un mundo del que la risa estuviera ausente? Quizás la estupidez es necesaria para dar no sólo empleo al autor satírico sino también entretenimiento a dos núcleos minoritarios:

1) Los que de veras son discretos.

2) los que poseen inteligencia suficiente para comprender que son estúpidos. Y cuando empezamos a creer que una ligera dosis de estupidez no es cosa tan temible, Tabori nos previene que, en el trascurso de la historia humana, la estupidez ha aparecido siempre en dosis abundantes y mortales. Una ligera proporción de estupidez es tan improbable como un ligero embarazo. O estás embarazada o no lo estás.

Más aún, las consecuencias de la estupidez no sólo son cómicas sino también trágicas

En realidad, sus consecuencias –las de la estupidez- son tan negativas que a todos influyen, y no sólo a quien/es la padecen. El mismo factor que sigue dando y determinando persecuciones y guerras, puede ser la causa de la catástrofe y disolución de un partido político. Dará Oxigeno a quien lleva España a la destrucción y queroseno a los radicales diestros.

Adaptado por Isaura Díaz de Figueiredo: LA ESTUPIDEZ de Paul Tabori

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