OPINIóN
Actualizado 19/02/2022 10:31:16
Francisco Aguadero

Hay palabras y objetos que no solamente no se pasan de moda, sino que conservan su importancia a lo largo de los tiempos, manteniendo su actualidad permanente. Es el caso de la moneda. Incluso la mayor amenaza recibida en los tiempos que corren, con la criptomoneda, esta la incorpora en su propio nombre.

Los intercambios entre los seres vivos racionales se dieron desde el principio de los tiempos. Las sociedades primitivas hacían las transacciones en forma de trueque. Fue en el siglo VII a.C., cuando se inventó la primera moneda en la historia de la humanidad. Creada por los griegos en el Asia Menor, concretamente en el reino de Lidia, actual Turquía. Acuñada a martillo sobre una aleación natural de oro y plata, en forma de almendra, con un peso aproximado de 4,75 gramos y con la marca de la autoridad emisora, el rostro del rey Giges (aunque algunos historiadores piensan que fue el rey Aliates) o un león como símbolo de la autoridad real.

El valor de la primera moneda acuñada era de un tercio de estatera, medida griega dominante en amplios territorios y durante muchos siglos, hasta que llegara el denario romano. Nacía así el primer sistema monetario del mundo en torno a las costas del Mar Mediterráneo, el Egeo y el Mar Negro. Una nueva civilización en torno a la moneda como medio de transacción comercial, pago de servicios, objeto de riqueza, atesoramiento o acaparamiento.

Desde entonces, los metales preciosos, oro y plata, dominaron la acuñación de monedas, hasta que el 5 de abril de 1933, una orden F. D. Roosevelt, presidente de los EE. UU., bajo penas de hasta 10 años de cárcel, obligaba a los particulares a entregar cuanto oro tuviesen a cambio del papel moneda estatal, que ya venía funcionando hacía mucho tiempo, al precio de 20 dólares por onza. A partir de ahí, el dólar se convirtió en divisa de referencia a escala mundial.

El oro y la plata fueron dando paso a otras aleaciones de poca valía, más baratas y fáciles de conseguir, para la fabricación de monedas y, junto con el papel moneda, llegó el sistema fiduciario (que depende del crédito o de la confianza que merece) que, durante años, conviviría con el patrón oro y que aún rige en la actualidad. Esta forma de dinero, cuyos primeros billetes surgieron en Suecia en el siglo XVII, no está respaldada por ningún metal precioso, sino que está basada en la confianza, en la promesa de pago por parte de la entidad que emite los billetes, por el Banco de España, en el caso español.

Esa confianza es lo que le falta a la criptomoneda, a pesar de que ya lleva más de una década entre nosotros. Pero, ¿qué es una criptomoneda? Es un medio digital de intercambio, también llamadas criptodivisas o criptoactivos. Intentan cumplir la función de una moneda, pero es algo virtual que, utilizando métodos criptográficos para asegurar las transacciones y la creación de nuevas unidades, se mueve únicamente de forma digital. El concepto de criptomoneda, fue expuesto por primera vez en 1998 por Wei Dai, quien propuso crear un nuevo tipo de dinero descentralizado que utilizara como medio de control la criptografía, técnica que protege documentos y datos, al objeto de que no puedan ser leídos por quienes no estén autorizados.

La primera criptomoneda que salió se le conoce como el Bitcoin, creado por Satoshi Nakamoto, seudónimo que utiliza una persona que nadie sabe bien quién es, pero se sabe que ha pasado a ser una de las 20 personas más ricas del mundo. Publicó en 2009 un artículo describiendo un sistema de pagos P2P al que llamó Bitcoin. Meses después publicó la primera versión del programa informático que permite gestionar la moneda en red y comenzó a interactuar en foros con quienes empezaban a interesarse.

Más que de moneda, pienso que estamos hablando de una tecnología de la información. No en vano, el término empieza por Bit, acrónimo de binary digit, en español dígito binario, que en informática y otras tecnologías es la unidad mínima de información, representada por solo dos valores: cero o uno. La tecnología del Bitcoin ha resultado tan impactante que, en pocos años, han ido saliendo multitud de nuevas criptomonedas. Junto al Bitcoin, las otras dos más grandes son Ethereum y Ethereum 2, pero hay otras muchas, con más o menos recorrido y valor. En España se creó en 2014 una criptomoneda denominada Pesetacoin, rebautizada después como Peseta Digital. Se emitieron 166.386.000 Pesetas Digitales, recordando el cambio al euro en el 2002 que se fijó en 166,386 pesetas. Algún criptomonedero ya ha vendido la Peseta Digital por un valor superior a 30.000 dólares.

El funcionamiento de las criptomonedas se basa en una red de ordenadores descentralizada por todo el mundo, que registran copias de todas las transacciones que se llevan a cabo. Otro de los elementos básicos del funcionamiento es la existencia de los llamados mineros, que son unas personas que están en los nodos o servidores de la red y que tienen un incentivo en las transacciones. Cada criptomoneda tiene su propio algoritmo, que gestiona las nuevas unidades que se emiten cada año.

La evolución de las criptomonedas se puede considerar de disparate. El Bitcoin, de no valer nada, o casi nada en el 2010 (0,01 dólares en el mes de mayo), en el 2021 superó los 64.000 dólares. Son enormes fluctuaciones de precios sin ninguna relación con parámetros económicos básicos. Son el mayor riesgo que pueden llegar a tener unos activos. Muchos no sabemos muy bien para qué sirven las criptomonedas, más allá de para un posible blanqueo de dinero, evasión de impuestos o creación de una burbuja financiera mundial que puede estallar en cualquier momento.

Es preciso una regulación urgente de este inmenso mundo virtual de las criptomonedas, que evite un posible descalabro económico y social. Las autoridades reguladoras han de proteger a la gente de estas monedas digitales, globales, nada fáciles de entender, para evitar que personas y familias vulnerables acaben pagando un alto precio, como ocurrió con las hipotecas basura. China ha prohibido su actividad. La Unión Europea no tiene intención de prohibirlas, pero está preparando una reglamentación para acabar con el desconcierto que hay en el ya conocido como Mercado de Criptoactivos. En el caso español, se ha establecido un Registro de operadores de criptomonedas en el Banco de España, donde se deberán inscribir las empresas y personas físicas que presten servicios relacionados con criptomonedas en el territorio nacional, así como quienes, desde España, operen para otras zonas del globo.

Antes de meterse en este nuevo mundo, conviene saber que el valor de cada criptomoneda es variable, y que, como los activos bursátiles, está sometido a la especulación, por consiguiente, mucha gente se dedica a comprar para especular y ganar dinero con ellas. Estudios recientes estiman que hasta un 12% de los españoles poseen criptomonedas de algún tipo. Lo que recomiendan los entendidos es que, si no sabes, no te metas y, si sabes, ten mucho cuidado.

Les dejo con Huecco - Bajo tu piel (1er criptoclip oficial)

https://www.youtube.com/watch?v=v5IlA47XyvA

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 18 de febrero de 2022

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