Ante los graves problemas derivados de la escandalosa política de los bancos, Carlos San Juan, un valenciano de 78 años, se ha movilizado para exigir que atiendan personalmente a las personas mayores, porque, como muy bien dice él, los mayores son mayores, pero no tontos.
Ni los mayores, por ser mayores son tontos, ni los jóvenes, por ser jóvenes, son listos
Es verdad que los más jóvenes se mueven por todas las plataformas digitales habidas y por haber para hacer miles de amigos virtuales, para reenviarles chistes de todos los colores, para subir y bajar vídeos, música, fotografías para que el mundo se entere de lo que comen y beben cuando van de viaje, de lo bueno y de lo malo de sus familias, de sus fiestas, de sus amores y desamores… y otras cosas en las que mejor no entrar, pero cuando hay que acceder a las complicadas páginas de las entidades bancarias, de los ministerios, de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas y demás organismos ni se toman la molestia de intentarlo, y si lo hacen, la lían. Esto lo saben muy bien las personas que trabajan en atención al público porque comprueban cada día que ni los mayores, por ser mayores, son tontos, ni los jóvenes, por ser jóvenes, son listos.
La accesibilidad brilla por su ausencia
Las nuevas tecnologías han venido para quedarse y debemos felicitarnos por ello. Gracias a ellas, no a los milagros que con tanta frivolidad exigimos a veces los ciudadanos y prometen los gobiernos para tenernos contentos, la conciliación familiar y laboral podrá ser una realidad, las pequeñas y medianas empresas no tendrán que decidir entre contratar empleados o arruinarse, no pocas personas con alguna limitación podrán acceder al mercado laboral y hasta es posible que se llenen los pueblos y se vacíen las ciudades, pero eso será cuando funcionen bien y estén al alcance de todos, de momento, la accesibilidad, que no está reñida con la seguridad, brilla por su ausencia.
Empezar la casa por el tejado
Si en lugar de gastar tanto tiempo y dinero público en enseñar a los jubilados a guisar, a saber lo que deben comer y lo que no, a correr como cuando tenían veinte años, a hacer bolillos y otras actividades para las que les sobran lecciones, les hubieran enseñado a enviar y recibir mensajes electrónicos, a moverse por una página web, a interpretar términos informáticos, a manejar un cajero automático y a consultar sus movimientos bancarios, lo hubieran aprendido como han aprendido a utilizar un móvil, pero para no perder la costumbre empezaron la casa por el tejado y llegaron los problemas, problemas que ahora, ante las muchas firmas de apoyo recogidas por el jubilado valenciano, resolverán, si es que los obligan a hacerlo, con parches que ni contentarán a los empleados de las entidades bancarias, ni contentarán a los jubilados, ni contentarán a los ciudadanos, porque los parches no resuelven problemas, simplemente los tapan de momento para que los dejemos en paz.