Me he asomado por la rendija de la puerta de lo que fue el café Central, y he podido atisbar la imagen de san Valentín en su santuario vacío de “candelas”. Este año, el Santo está rodeado de silencio y penumbra. No se ve rastro de vasos, ni la cafetera encendida, ni el tirador de cerveza rezumando espuma, ni guirnaldas en el techo, ni un cartel anunciador de un evento evocador, desparramando amor y jarana. Este año no hay liturgia. Estoy seguro que, a Rosario y a Norberto, se les va a escapar una lágrima caliente, que se perderá en el rincón de una de las muecas de su rostro nostálgico. Este año, no se llenará el local de parejas, que se juntan para renovar su amor, sus bodas de plata, y los más jóvenes, para sentir la ternura de una pasión que empieza a brotar.
Pero este inconveniente del bicho no acaba con la historia, ni con la ilusión ni con la esperanza en la vida. Todo fluye a su pesar. Y el bicho no puede impedirme que os cuente la vida y los entresijos de los mecenas de los enredos pasionales, que suscita el amor.
Valentín, se cree que fue uno de los mártires, que ejecutó el emperador Claudio II el año 270 d.c. Poco se sabe de su vida. Se comenta que Valentín fue martirizado por haber casado a parejas en secreto, a pesar de que el matrimonio de soldados fuese prohibido por el emperador Claudio II, ya que, para este señor, los soldados, sin familia, eran mejores soldados. Su muerte aconteció un 14 de febrero. Y, en la Edad Media, por sacrificar su vida en unir parejas, fue nombrado Patrón de los enamorados.
La festividad se borró del calendario eclesiástico en el año 1969, como parte de un intento por eliminar santos de un origen sospechoso; no obstante, el personal la sigue celebrando con el pretexto de que el amor es sagrado con o sin san Valentín.
Antes de que san Valentín se hiciese cargo de las cosas del amor, el oficio lo ejercitaron dos deidades: Eros o Cupido y Afrodita. Eros fue el provocador del amor entre los hombres, mientras Afrodita enredaba el amor entre hombres y mujeres; pero, en realidad, Afrodita y Eros estaban involucrados, hasta los tuétanos, en el asunto de los arrumacos.
Hay varias teorías sobre el nacimiento de Eros. Aristóteles en su obra “Las aves” afirma que Eros brotó de un huevo puesto por la Noche, a la que concibió la Oscuridad (Erebo). También, se le implica como el impulsor creativo de la floreciente naturaleza (la primavera).
Se comenta en la Mitología que Eros llegó a tener dos hermanos: Anteros, que personifica el amor correspondido, e Himero, el deseo sexual.
Como veis, la familia acaparó todos los entresijos del amor carnal.